Luis Aragonés, el sabio del estilo

El ex entrenador, de 75 años, ganó la Eurocopa 2008, recordada por la implantación del juego de toque de España.

Luis Aragonés en un entrenamiento de La Roja en Innsbruck, Austria.

Luis Aragonés en un entrenamiento de La Roja en Innsbruck, Austria.- EFE

Este sábado se ha ido un grande del fútbol español, una figura histórica con todas las letras. El exentrenador y exjugador Luis Aragonés, cuya impronta quedará para siempre en el recuerdo con la creación de La Roja y de su juego de toque, ha fallecido esta madrugada a los 75 años en la clínica Cemtro de Madrid, donde llevaba varios días hospitalizado.

El traumatólogo y director de la clínica, Pedro Guillén, ha sido el encargado de precisar la causa de la muerte: «Ha sido el cáncer y la leucemia el que se lo ha llevado. Era un hombre de una inteligencia natural, con un sentido común terrible que sabía buscar las cosas y dar en la tecla que otros no conocían», ha declarado el médico en declaraciones declaró Guillén. «Ha tenido recaídas y ha ingresado en los últimos dos meses varias veces debilitándose. Esa complicación se lo ha llevado tranquilo. Ha sufrido poco porque no ha sido muy largo, pero ha sufrido. En la clínica recibía su tratamiento», añadió Pedro Guillén. «Era un hombre que conocía al futbolista muy bien. Era un entrenador de pie de campo que conocía al deportista de élite como nadie», concluyó.

Luis Aragonés será recordado, entre otras cosas, por haber sido el gran conductor de una honda transformación del fútbol español, que tornó en 2008 con la Eurocopa de Austria y Suzia, bajo sus órdenes, una historia de desencantos en un presente y futuro de grandes triunfos, además de ser el artífice de un estilo, el de los jugones, envidiado en todo el mundo. Esa es la gran faceta que todos le reconocen al Sabio de Hortaleza, también enorme como futbolista y como reconocido atlético. No en vano, fue en el Atlético de Madrid donde desarrolló la mayor parte de su carrera, tanto de jugador como de entrenador.

Fue el conductor de la transformación del fútbol español y de su historia de desencantos a un presente y futuro lleno de triunfos

Nacido en Hortaleza (Madrid) el 28 de julio de 1938, Luis Aragonés Suárez fichó por los rojiblancos el 7 de abril de 1964, apenas tres semanas después de que fuese proclamado presidente Vicente Calderón. Luis desembarcó en el Manzanares procedente del Betis, con 26 años y un amplio bagaje a sus espaldas, después de haber militado en Primera también con el Real Oviedo.

Vistió la camiseta del Atlético desde 1964 hasta 1974, jugó 372 partidos con el equipo de sus amores (265 de liga) y anotó 172 tantos (123 en liga). Levanta el trofeo de la regularidad en 3 ocasiones (1965-66, 1969-70, 1972-73), en dos la Copa de España (1964-65 y 1971-72), y fue máximo goleador de Primera, junto a Gárate y Amancio, en el curso 1969-70. Además, Luis se enfundó la camiseta de la selección española en 11 ocasiones, anotando 3 goles.

Ya como futbolista, Aragonés dejó entrever sus grandes dotes de líder. Así lo admite claramente Adelardo Rodríguez, otro mítico rojiblanco, compañero suyo en el terreno de juego. «Ese carácter que luego muestra como entrenador ya lo tiene como jugador. A veces se enfadaba con nosotros, con los compañeros. Tenía una gran personalidad, mandaba en el campo y buscaba muy bien los espacios. Si había una falta, él la cogía y nadie se la discutía, porque sabíamos que podíamos marcar. Era un tipo de jugador necesario, con mucha presencia en el vestuario».

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Y tanto carisma es el que le convirtió en estratega en 24 horas, el tiempo que transcurrió desde que colgó las botas hasta que comenzó a lucir el chándal. El 24 de noviembre de 1974 jugó su último partido con el Atlético (Atlético 2, Sporting 2) y enseguida inauguró una carrera repleta de éxitos en los banquillos. Ostenta el récord de partidos dirigidos en el Atlético (407) y en la liga española (757), en la que también ha adiestrado al Betis, Barcelona, Espanyol, Valencia, Sevilla, Oviedo y Mallorca. Y fuera de España al Fenerbahce turco, después de haberlo hecho con la selección española. Como técnico logró para los madrileños una Copa Intercontinental (1975), una Liga (1977), tres Copas del Rey (1976, 1985 y 1992), una Supercopa de España (1985) y el campeonato de Segunda División (2002).

Afirmar que Luis es uno de los mejores entrenadores que ha tenido nunca el Atlético no es faltar a la verdad. Lo ha ganado todo. Pero, además, existe una clara unanimidad entre aquellos a los que ha dirigido. «Ha sido el entrenador con mayúsculas», opina Miguel Ángel Ruíz, a las órdenes de Aragonés desde 1982 hasta 1987. «Es difícil que la opinión sobre un entrenador sea unánime. Es difícil que todo el mundo hable lo mismo, y con Luis ocurre. Porque Luis es un entrenador que llega al grupo, que saca de uno lo máximo. Su sola presencia transmite algo», afirma Ruíz.

Pero no sólo en el Atlético ha dejado poso. El técnico marcó un hito en la selección española, a la que cambió radicalmente. Luis fue el artífice de una transformación histórica, de una mutación que convirtió a un combinado acostumbrado a perder, y en el que la barrera de los cuartos parecía insuperable, en un equipo campeón. Lo consiguió el 29 de junio de 2008, tras vencer a Alemania 1-0 en el Ernst Happel vienés con gol de Fernando Torres y levantar la Eurocopa. Esa noche acabó con una sequía de 44 años de España sin ganar un título y marcó un antes y un después en la historia del fútbol español.

 

Fuente: Diario Público

«El bebé que no sabía que había nacido»

El milagro de la Vida 

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Un médico griego inmortaliza el momento del nacimiento.
La imagen sorprende, el bebé permanece en el saco amniótico al nacer.

Por lo general, en el momento del nacimiento el saco amniótico en el que ha crecido el bebé durante el embarazo se rompe solo.

Muy pocas veces ocurre lo contrario, pero en esta ocasión el doctor ateniense Aris Tsigris lo vivió en primera persona. Y tal fue su sorpresa cuando sacó al bebé por cesárea que no dudó en inmortalizar el momento y colgar la foto de este recién nacido en su perfil de Facebook junto a la frase:
«El bebé que no sabía que había nacido».

Como la bolsa con el líquido amniótico aún permanecía intacta, el bebé permanecía con la sensación de continuar en el vientre materno y no era consciente de haber llegado al mundo.

El doctor cuenta, según recoge el diario The Sun, que se quedó «sin aliento» cuando comprobó que el bebé todavía se encontraba dentro del saco amniótico ya que su madre no había roto aguas.

El médico resalta que en ningún momento la vida del niño corrió peligro porque se seguía alimentando de la placenta y comenzó a respirar en cuanto le rompieron el saco.