Reflexiones y aforismos de Rafael Gonzalo

Rafael Gonzalo-la caja tonta

Rafael Gonzalo, 2014

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El arte es la verdad de la ficción que nos permite superar la ficción de la verdad.

 

Si el ocio cuesta dinero, es negocio.

 

Sueño para no aburrirme mientras duermo.

 

Quien no tiene sueños, tiene dueños.

 

Tendrás que soñar una y mil veces lo mismo para que todo pase como lo has soñado, como lo estás soñando todavía.

 

Dios es tan humilde que ni siquiera existe.

 

Se hablan en el mundo cerca de ¡5.000 lenguas! ¿Cómo decir exactamente lo que se quiere decir?

 

La mejor época del año es la primavera, el verano, el otoño y el invierno.

 

Yo perseguí una estrella y la estrella terminó persiguiéndome a mí. Los errores se pagan con la vida, porque no es posible equivocarse estando muerto.

 

Los balcones enjaulan los besos de los enamorados.

 

La tinta es la sangre enlutada de los escritores pesimistas.

 

Podemos pensar, desde el punto de vista de la física, que todo es energía. Esta mesa sobre la que escribo y estas mismas páginas parecen estables y firmes, pero en realidad están compuestas de partículas atómicas y subatómicas en perpetuo movimiento… ¿como el significado de mis palabras?

 

El horizonte es inabarcable porque no tiene dimensión y necesario porque nos sitúa en un entorno limitado. Sin embargo, físicamente hablando, el horizonte no existe. ¿Comunica el espacio con el vacío?

 

Si los destinos sólo son individuales, no hay mundo.

 

Tenemos deseos en tanto que somos imperfectos. La perfección no desea.

 

Los nacionalistas reclaman pluralidad al Estado, pero son implacables con la disidencia.

 

Mientras que las ideologías se basan en fundamentos falsos, las religiones se basan en la falta de fundamento. La diferencia es, como se ve, fundamental.

 

La avaricia confunde el fin con los medios.

 

El amor es la respuesta de la voluntad y la inteligencia ante la frustración de no ser todas las cosas.

 

La mejor defensa es un buen ataque de risa.

 

La sociedad del espectáculo convierte la máxima clásica “no basta con ser bueno, además hay que parecerlo” en “no es necesario ser bueno, basta con parecerlo”. Hoy se valora más la copia que el original: somos sólo imitadores. Nietzsche auguró un mundo convertido en escaparate.

 

Llevar una vida normal” es una expresión que carece de significado.

 

Si la Historia la escriben los vencedores, la Historia es siempre la versión de Caín.

 

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