Las diez principales razones por las que la mafia es mejor que el Estado

Mucha gente se opone a la anarquía porque piensan que resultaría en una toma del poder por el crimen organizado. Aun cuando esa idea es un error, incluso ese escenario quizás sería mejor que el actual de la mafia estatal.

Exposición por Emily Sandblade, participante del Porcupine Fest 2011 -organizado por el Free State Project.

¿Anarcocapitalismo? ¡¡Que vuelvan los Corleone!!

Silvio, al trullo

La justicia italiana ha declarado este lunes culpable de inducción a la prostitución de menores y de abuso de poder al ex primer ministro del país Silvio Berlusconi por el ‘caso Ruby’, por lo que el político ha sido condenado a siete años de prisión.

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Aparte de esta condena de cárcel, se le prohíbe ejercer un cargo político durante el resto de su vida.

Cabe destacar que Berlusconi todavía puede evitar ingresar en prisión: tiene dos tribunales superiores ante los que apelar la sentencia antes de verse obligado a cumplirla.

Tanto el ex primer ministro como la propia joven marroquí Karima el Mahroug, conocida como Ruby, niegan las acusaciones de prostitución. El Mahroug, en su declaración prestada a finales de mayo desmintió las que había hecho con anterioridad. Aseguró que había «inventado» que Berlusconi le pagaba por sus servicios sexuales cuando era menor de edad para lucirse y afirmó que nunca había sido prostituta.
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Teología de la obesidad: Dios vs Satanás

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Y Dios creó la Tierra con espinacas, coliflores, brócoli y todo tipo de verduras y frutas, para que el hombre y la mujer pudieran alimentarse y llevar una vida sana. Y Satanás creó McDonald´s y McDonald´s creó el Big Mac.
Y Satanás dijo al hombre: ¿Lo quieres con patatas y cocacola?
Y el hombre dijo: Sí y en tamaño grande. Y el hombre engordó.
Y Dios dijo «HAYA YOGURT para que la mujer conserve la silueta que he creado de la costilla del Hombre».
Y Satanás creó el chocolate. Y la mujer dijo: «CON ALMENDRAS«, y la mujer engordó.
Y Dios creó las ensaladas y el aceite de oliva y vio que estaba bien.
Y Satanás hizo el helado, y la mujer dijo: «De nata y fresa«, y la mujer engordó.
Y Dios dijo: «Mira que les he dado frutas en abundancia que les sirvieran de alimento”.
Y Satanás inventó los huevos con chorizo y el hombre dijo: «Y con panceta«. Y el hombre engordó y su colesterol malo se fue por las nubes. Y Dios creó las zapatillas deportivas y el hombre decidió correr para perder los kilos de más. Y Satanás inventó la televisión por satélite y agregó el mando a distancia para que el hombre no tuviese que cambiar de canal con el sudor de su frente. Y el hombre dijo: «Y quiero cervecita y aperitivitos«. Y la mujer le acercó las patatas fritas, los palitos salados y cortezas y más chorizo y otra cerveza. Y vio Satanás que aquello estaba bien, y el hombre llegó a tener las arterias coronarias obstruidas. Y dijo Dios: No es bueno que el hombre tenga un infarto y entonces creó el marca pasos y la cirugía cardio-vascular y las unidades coronarias. Y Satanás creó… LOS HOSPITALES PRIVADOS. Y Dios, ya cansado, dijo… «ANDA Y QUE OS DEN MUCHO POR CULO«. Y creo el Partido Popular y en eso andamos…

Dios ha muerto

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EL LOCO. ¿No habéis oído hablar de ese loco que encendió un farol en pleno día y corrió al mercado gritando sin cesar: “¡Busco a Dios!, ¡Busco a Dios!”. Como precisamente estaban allí reunidos muchos que no creían en dios, sus gritos provocaron enormes risotadas. ¿Es que se te ha perdido?, decía uno. ¿Se ha perdido como un niño pequeño?, decía otro. ¿O se ha escondido? ¿Tiene miedo de nosotros? ¿Se habrá embarcado? ¿Habrá emigrado? – así gritaban y reían alborozadamente. El loco saltó en medio de ellos y los traspasó con su mirada. “¿Que a dónde se ha ido Dios? -exclamó-, os lo voy a decir. Lo hemos matado: ¡vosotros y yo! Todos somos su asesino. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo hemos podido bebernos el mar? ¿Quién nos prestó la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? ¿Hacia dónde caminará ahora? ¿Hacia dónde iremos nosotros? ¿Lejos de todos los soles? ¿No nos caemos continuamente? ¿Hacia delante, hacia atrás, hacia los lados, hacia todas partes? ¿Acaso hay todavía un arriba y un abajo? ¿No erramos como a través de una nada infinita? ¿No nos roza el soplo del espacio vació? ¿No hace más frío? ¿No viene de continuo la noche y cada vez más noche? ¿No tenemos que encender faroles a mediodía? ¿No oímos todavía el ruido de los sepultureros que entierran a Dios? ¿No nos llega todavía ningún olor de la putrefacción divina? ¡También los dioses se pudren! ¡Dios ha muerto! ¡Y nosotros lo hemos matado! ¿Cómo podremos consolarnos, asesinos entre los asesinos? Lo más sagrado y poderoso que poseía hasta ahora el mundo se ha desangrado bajo nuestros cuchillos. ¿Quién nos lavará esa sangre? ¿Con qué agua podremos purificarnos? ¿Qué ritos expiatorios, qué juegos sagrados tendremos que inventar? ¿No es la grandeza de este acto demasiado grande para nosotros? ¿No tendremos que volvernos nosotros mismos dioses para parecer dignos de ella? Nunca hubo un acto tan grande y quien nazca después de nosotros formará parte, por mor de ese acto, de una historia más elevada que todas las historias que hubo nunca hasta ahora” Aquí, el loco se calló y volvió a mirar a su auditorio: también ellos callaban y lo miraban perplejos. Finalmente, arrojó su farol al suelo, de tal modo que se rompió en pedazos y se apagó. “Vengo demasiado pronto -dijo entonces-, todavía no ha llegado mi tiempo. Este enorme suceso todavía está en camino y no ha llegado hasta los oídos de los hombres. El rayo y el trueno necesitan tiempo, la luz de los astros necesita tiempo, los actos necesitan tiempo, incluso después de realizados, a fin de ser vistos y oídos. Este acto está todavía más lejos de ellos que las más lejanas estrellas y, sin embargo son ellos los que lo han cometido.” Todavía se cuenta que el loco entró aquel mismo día en varias iglesias y entonó  en ellas su Requiem aeternam deo. Una vez conducido al exterior e interpelado contestó siempre esta única frase: “¿Pues, qué son ahora ya estas iglesias, más que las tumbas y panteones de Dios?”

La Gaya Ciencia”, aforismo 125. Friedrich Nietzsche (1844-1900).