El toro de Soborne

Varios periódico alemanes han publicado un artículo de la corresponsal Stefanie Claudia Müller, comentando que Rajoy no pide el rescate puesto que “las ayudas para España, igual que para otros posibles candidatos de rescates, no deben ir a bancos ya casi en bancarrota y fuertemente politizados. En la CAM, el Gobierno ha comprometido 16.000 millones de dinero público en lugar de cerrarla; en Bankia, 23.000, y el Ejecutivo acaba de darle 5.000 millones urgentemente para cubrir pérdidas en vez de cerrarla, y además de forma tan extraña que despierta todo tipo de recelos. ¿Por qué se ha utilizado el dinero de los españoles (FROB) en vez de esperar los fondos de la UE? Es lícito suponer que la razón es la siguiente: los bancos no quieren que Alemania investigue sus cuentas”.

“Control estricto y duras condiciones. Ya el caso de Grecia ha demostrado que las ayudas europeas tienen que estar vinculadas a un control estricto y condiciones duras. Esas condiciones no pueden solamente representar recortes sociales o subidas brutales de impuestos, como hace ahora el Gobierno de Mariano Rajoy con la excusa de Europa. Se tiene que cambiar más en España que cortar gasto social, que de todos modos es mucho más bajo que en Alemania, y hay otros gastos infinitamente más relevantes que se pueden eliminar. Además, los casos de corrupción resultan tan escandalosos, incluso en el propio Gobierno, que uno solo puede llegar a una conclusión: el dinero de Europa no puede ser manejado por personas tan increíblemente venales”. Al igual que el Wall Street Journal, Müller cuenta que ”el ministro de Industria Soria -imputado también por corrupción urbanística en Canarias- acusó al ministro de Hacienda en el Consejo de Ministros de favorecer descaradamente a la empresa líder de renovables, Abengoa, de la que había sido asesor, en la nueva regulación de estas energías, que reciben más de 7.000 millones de euros de subvenciones anualmente. Y Rajoy, al que entregó una carta probatoria, ni dijo ni hizo absolutamente nada”.

“No puede permitirse por más tiempo este nivel de corrupción, y menos aún a 17 regiones funcionando como estados independientes, con todos los organismos multiplicados por 17, desde 17 servicios meteorológicos a 17 defensores del pueblo, con 200 embajadas, 50 canales de TV regionales en pérdida, 30.000 coches oficiales o 4.000 empresas públicas que emplean a 520.000 personas, creadas específicamente para ocultar deuda y colocar a familiares y amigos sin control ni fiscalización alguna. En conjunto, unos 120.000 millones, equivalentes al 11,4% del PIB, se despilfarran anualmente en un sistema de nepotismo, corrupción y falta de transparencia”.

Por último concluye que “la razón de la enfermedad de España es un modelo de Estado inviable, fuente de todo nepotismo y de toda corrupción, impuesto por una oligarquía de partidos en connivencia con las oligarquías financiera y económica, y con el poder judicial y los organismos de control a su servicio. En España no existe separación de poderes, ni independencia del poder judicial, ni los diputados representan a los ciudadanos, solo a los partidos que los ponen en una lista. Todo esto lleva también a una economía sumergida que llega al 20% del PIB y que frena la competencia, la eficacia y el desarrollo del país”.

 

Fuente:

http://www.wiwo.de/politik/europa/ausbildung-spanien-bekaempft-euro-krise-mit-deutschen-rezepten/7101384.html

La gran estafa sigue

Los niveles de corrupción en Europa superan enormemente a los de cualquier país del llamado Tercer mundo. Que la familia de un dictador indonesio se quede con sobornos a cambio de aprobar una explotación agrícola destruyendo selva virgen y expulsando a indígenas de sus tierras, o que un grupo armado africano cobre un dinero para comprar armas a cambio de una concesión minera en su territorio, no es nada en cuanto a cantidad comparado a las sumas de dinero público (entregados por los Estados, o por el BCE para que con él compren deuda pública) que se está prestando a cambio de nada, a banqueros para cobrar sueldos millonarios, premiándoles así por una pésima gestión, y sobre todo a los accionistas de los bancos que obtienen grandes dividendos por unas inversiones que por sí mismas no valdrían absolutamente nada, habrían quebrado en cadena y el precio de la acción sería nulo o mínimo. Para pagar esta corrupción de los políticos hacia los banqueros y los mercados especulativos, los Estados se están endeudando y los ciudadanos estamos pagando todas esas cantidades directamente vía impuestos y vía recorte de prestaciones que nos pagábamos nosotros; fondos públicos que se desvían de su destino simplemente para regalarse a criminales y psicópatas.

 ¿Y qué otra cosa se podría haber hecho? Pues aplicar la ley, simplemente, como se ha hecho en un único país en el mundo, en Islandia. Los bancos quebraron, se les dejó caer, pero al ser de interés general para la economía se nacionalizaron antes de desaparecer, teniendo que pagar el Estado por ello sólo aquello que realmente valían. Se garantizó lo que decía la ley, los depósitos sólo hasta cierta cantidad, garantizados por el Estado. Los accionistas al ser los últimos de la cola a la hora de cobrar por el valor real de esos bancos (después del Estado, los trabajadores y los acreedores) perdieron su dinero, como quiebran miles de empresas cada día. Los directivos, como los de cualquier empresa mal gestionada que cause un daño a sus inversores, tuvieron que responder ante la justicia y hoy están en la cárcel. ¿Resultado? Tras solo tres años (ya veremos sila UEsale adelante en diez) Islandia tiene el sistema bancario más saneado de Europa, que son un activo del Estado, y a pesar de ser el país más afectado por la crisis financiera mundial, hoy es el país europeo que más crece económicamente, tiene las cuentas públicas más sanas del continente, hay casi pleno empleo, es un oasis de libertades individuales y líder mundial en índice de desarrollo humano. Simplemente aplicando la ley, nada más que eso (y echar a los políticos que gobernaban antes, por vías democráticas).

“Unos cuantos mamones le están robando el dinero a la gente”

Entrevista a Matt Taibbi, periodista de Rolling Stone

Uno de los mejores libros que ha aparecido sobre la crisis financiera y sus razones ocultas lo ha firmado el americano Matt Taibbi, periodista de Rolling Stone.
Cleptopía: fabricantes de burbujas y vampiros financieros en la era de la estafa (Lengua de Trapo, 2011), con prólogo y traducción de Pablo Bustinduy, aúna observación política afilada, especialización financiera traducida al lenguaje común, prosa cómica y una cantidad apabullante de indignación ante la estafa. Taibbi habla con Público para explicar qué ha pasado aquí y quién se ha llevado nuestro quesito.

Al leer ensayos, uno se topa a menudo con el reclamo de «se lee como una novela». En el caso de Cleptopía es cierto, quizás porque los malos de esta crisis actúan como villanos de ficción.

Hay que tener en mente que, a no ser que un lector esté muy familiarizado con el mundo de las finanzas, leer sobre este tipo de material puede resultar extremadamente difícil. Por consiguiente, uso técnicas de escritura narrativa con el fin de simplificarles las cosas a los no iniciados. El banco de inversiones Morgan Stanley probablemente sea culpable de las mismas cosas que Goldman Sachs, pero decidí concentrarme exclusivamente en Goldman y su director ejecutivo, Lloyd Blankfein, por su perfil Dr. No y estilo de villano de James Bond. Todo lo que se dice en mi libro es verdad, pero está escrito de forma que ayude a digerir el material más fácilmente.

Las acciones de estos «vampiros financieros» hacen que uno se pregunte sobre la naturaleza del mal.

Existe un tipo de persona malvada que te mirará a los ojos y luego te robará. Pero luego existe otro tipo, mucho más cobarde, que les robará a unos miles de personas invisibles mediante el simple procedimiento de pulsar un botón. Muchos de los crímenes de Cleptopía pertenecen al segundo grupo. Hay un tipo muy particular de criminal que está evolucionando y volviéndose cada vez más común en nuestras sociedades: el burócrata financiero sin sentimientos que victimiza a conciencia a un gran número de extraños indefensos por puro afán de lucro. Creo que este comportamiento despiadado y explotador obedece a algún tipo de psicopatía o locura moral, y sin embargo es cada vez más aceptado, especialmente en EEUU, donde se celebra por defecto cualquier actividad que tenga fines lucrativos.
«Este asunto no tiene nada que ver con la ideología: es un tema policial»

La dialéctica de la izquierda se ha vuelto demasiado comedida, especialmente si se la compara con el discurso feroz de la derecha. Cleptopía ofrece una granada selección de palabras malsonantes e insultos.

Bastante gente me critica por eso, y una buena parte de la crítica es justificada, aunque debo decir que blasfemo mucho menos que cuando era más joven. Asimismo, trato de escribir como hablo en conversación, y creo que esto ayuda a que los lectores asimilen temas áridos y difíciles. Por añadidura, hablando de algunos de esos personajes necesitas la palabra más gruesa que se te pueda ocurrir.

Cleptopía rehúsa sumarse a las polémicas banales que instigan los medios de comunicación. Usted habla de ello al explicar la ausencia de debate sobre el sistema financiero en las dos últimas campañas electorales estadounidenses.

En EEUU tenemos tendencia a construir debates falsos en torno a todo. Nuestros telediarios y periódicos han sido adiestrados para asumir que existen dos puntos de vista legítimos alrededor de cada historia, pero a veces no los hay. Un ejemplo: la historia de Terry Schiavo. Muchos americanos religiosos acabaron creyendo que una paciente en coma que había sido certificada clínicamente muerta estaba viva mentalmente, y por tanto no debería haber sido desconectada de la respiración artificial. Ni un solo científico legítimo estuvo de acuerdo con esta visión, pero nuestros periódicos y televisiones prestaron la misma atención a ambos puntos de vista, como si realmente existiese una «controversia» válida acerca de si aquella pobre mujer era aún un ser vivo. Lo mismo sucede con el problema financiero. Nuestros medios de comunicación tratan continuamente de presentar el tema como si fuese un debate ideológico: los que están a favor de mayor regulación contra los que prefieren una economía laissez-faire, los ricos productivos contra los envidiosos pobres, etc. Pero el asunto que nos ocupa no tiene nada que ver con la ideología: es un tema policial, de aplicación de la ley. Unos cuantos mamones le están robando dinero a la gente. No veo cuál podría ser la «controversia».

Una de las formas de evitar intromisiones legales es blindar las operaciones con una coraza de jerga impenetrable. Cleptopía acierta a traducir todos esos trabalenguas y destapa lo que son: estafas.

Los banqueros y las aseguradoras cobran tarifas exorbitantes por sus servicios porque han creado un universo de jerga que la gente corriente es incapaz de comprender. Al principio debió ser un lenguaje utilitario para ganar dinero de forma legítima. Pero cuando esos tíos empezaron a tramar conspiraciones criminales cada vez más elaboradas, aquella verborrea enloquecida se convirtió en un escudo contra el escrutinio público, porque nadie era capaz de entender qué diantre estaban haciendo, ni siquiera consultando los documentos adecuados. Eso explica por qué periodistas como yo pasamos una gran parte del tiempo traduciendo sus términos a lenguaje normal.

Cleptopía ofrece multitud de ejemplos de política pro-Wall Street en la administración Obama, especialmente en lo que concierne a la reforma del sistema sanitario.

Obama ha resultado ser una decepción monumental. La mayoría del movimiento Occupy Wall Street nace de la desilusión que sintió la gente joven al comprobar que Obama les había engañado, sobre todo en lo que respecta a perseguir el crimen de guante blanco. Muchos de los manifestantes de Occupy Wall Street estaban apoyando a Obama hace solo cuatro años; ahora se oponen a él.
«En EEUU construimos debates falsos en torno a todo»

Su libro recuerda algo que parece de ciencia-ficción utópica: la época en que presidentes como Ted Roosevelt y Frankie D. Roosevelt luchaban contra el monopolio financiero, aprobando leyes que impedían la concentración de dinero y poder.

Estamos en una nueva era de corrupción. Hace tiempo existían ciertas líneas que los políticos y líderes financieros jamás cruzaban, por mucho que buscaran dividendos y privilegios. En las acciones de oligarcas como los Rockefellers o los Vanderbilts había un elemento de noblesse oblige; se sentían responsables de mantener la sociedad en funcionamiento, construir infraestructuras, etc. Nuestra nueva clase de líderes financieros, por el contrario, está completamente desprovista de cualquier tipo de instinto patriótico; son individuos sin Estado que no le deben fidelidad a país alguno, que viven en mansiones amuralladas en paraísos fiscales y sienten indiferencia por cualquier cosa que suceda fuera de su propiedad. Para colmo, no construyen nada; sólo nos despojan de bienes. Muchos políticos tratan de convencernos de que lo que es bueno para compañías «estadounidenses» como Goldman Sachs o el Bank of America es bueno para el resto del país. Pero una de las ideas más importantes que trato de comunicar es que compañías como Goldman, Chase o el Bank of America no son «estadounidenses» en ningún sentido significativo del término. Ni siquiera ellos mismos se ven así.

¿Considera que Occuppy Wall Street, el 15M o la revolución griega tienen alguna posibilidad de alterar el status quo?

Es posible que de aquí a un tiempo las protestas mundiales terminen cambiando las cosas. Occupy Wall Street es aún un fenómeno de clase alta, pero llegará un día en que empezará a atraer a los millones de personas que han sido desahuciadas de sus hogares o que han perdido todos sus ahorros por culpa de la venta de fraudulentos títulos respaldados por hipotecas; entonces presenciaremos el nacimiento de un movimiento mucho más potente y peligroso. Nunca creí que llegara a decir esto, pero creo que esta es la primera amenaza seria que sufre el sistema bipartidista. Mucha gente de ambos lados está harta de la corrupción, lo suficiente como para tomar las calles. No creo que el cambio suceda este año, pero sí que está muy cerca. Especialmente si sufrimos otro crash, lo que es muy probable.

Cleptopía Fabricantes de Burbujas y Vampiros Financieros en la Era de la Estafa

Matt Taibbi (Lengua de trapo, 2011) 404 pag.

Considerado por buena parte de la critica norteamericana (Time, The Washington Post, The New York Times…) uno de los mejores libros sobre las razones de la crisis financiera actual, Cleptopía es un preciso relato, lleno de humor negro y no poca mala leche, de los acontecimientos, y también de los nombres y apellidos, que llevaron a la caída y posterior salvamento publico de la economía norteamericana. Desde la historia de ese «listillo» de Alan Greenspan hasta la estafa de Obama con la Ley Sanitaria, pasando por las Subprime, la salvaje especulación en los mercados de alimentos y, claro, el mafioso comportamiento de la banca, empezando por Goldman Sachs… Nadie ni nada queda al abrigo de la poderosa escritura de Matt Taibbi y del descarnado retrato de la sala de maquinas del capitalismo financiero y de su domino sobre la política contemporánea. Si alguien quiere saber que pasó y quien hizo que pasara en la última y todavía presente crisis económica, este es el libro… que se lee, además, como una buena novela.