Nos vamos ‘De palmas y cacería’ con el cuarteto sevillano Pony Bravo, en cuya coctelera cabe casi de todo: salsa, rumba, rock, electrónica, mucha ironía y ganas de pasarlo bien. La elección del nuevo Papa argentino nos permite aclarar que las fumatas negras no son la consecuencia de quemar a los cardenales que no han sido seleccionados. Un texto de Galdós fechado hace 100 años nos describe al milímetro la miseria de la actual situación política española, la misma de ayer, la misma de mañana. Canciones libres y entusiastas de Víctor Sánchez. El filósofo John Ralston propone lo que todos queremos menos los hombres malos: rescatar a las personas, no a los bancos, y olvidarse de la mentira de la deuda, ilegítima y odiosa, porque un hombre es rico en proporción a las cosas de las que puede prescindir (Thoreau). Los Gatos Bizcos, excelente mezcla de blues, rock, soul, swing. Terminamos el programa con Patricio B y su disco ‘Jijí Jajá’. Bienaventurados los que se ríen de sí mismos porque siempre tendrán motivos para reírse.
Benito y la obsolescencia programada
“Todos los aparatos electrónicos están programados para morir”.
Ya han amenazado de muerte al español que inventó la bombilla que apenas gasta y dura toda la vida
Compra, tira, compra
Cuando me enseña el documento policial con el contenido del mensaje que recibió se me ponen los pelos de punta: no sólo amenaza su vida si sigue adelante con la comercialización de su bombilla, sino también la de sus hijos. Benito ha fabricado con un grupo de ingenieros una bombilla para durar toda la vida (garantía de 25 años), es decir, sin esa fecha de estropeado programada que comparten, por pura cuestión de lucro, todos los aparatos electrónicos. Por eso este empecinado quiere ir más allá y ha creado el movimiento Sin Obsolescencia Programada (SOP). Un tema sobre el que es muy recomendable el documental de Cosima Dannoritzer: Comprar, tirar, comprar.
Y un buen día dejó de funcionar…
Se llama obsolescencia programada: los fabricantes de todo tipo de aparatos electrónicos los programan para que duren un tiempo determinado.
Eso no pasaba en tiempos de mi abuela. Antes un frigorífico duraba treinta años, ahora seis. Unas medias de nailon prácticamente irrompibles se dejaron de fabricar.
¿Quién inventó esa atrocidad?
La revolución industrial. El concepto se desarrolló entre 1920 y 1930. Antes, un empresario o sus suministradores de materia prima montaban su negocio con dinero familiar. Entonces los bancos les dijeron: “Amplíen su negocio, vendan más, yo les dejo el dinero”.
Y lanzaron los créditos al consumo.
Y ya tenían controlado todo el ciclo de vida del producto. Pero querían más y decidieron acortar la vida de los productos. Así llegamos a los años setenta, en que el 80% de la riqueza del mundo se concentraba en el 20% de la población, esos que controlaban.
Ahora se la reparte un 7%.
Sí, bancos que tienen empresas y empresas que tienen bancos: las multinacionales, que hacen que los productos duren menos y se vendan más. El resultado es la explotación de los recursos de la Tierra y toneladas de residuos innecesarios que se están cargando el planeta.
Pero ahí está esa bombilla que lleva 111 años encendida.
Sí, en un parque de bomberos en Livermore (California). Decidí crear, junto con 22 ingenieros, una línea de iluminación aplicada a la tecnología led y contribuir a detener la locura de la obsolescencia programada.
Otros fabricantes lo intentaron.
Hay una decena de patentes de bombillas con más de 100.000 horas de uso (entre 60 y 70 años encendidas), pero nunca han llegado a salir al mercado. Hay una organización que controla a los fabricantes de bombillas; no es oficial, pero yo doy fe de que existe.
¿Por eso las comercializa por internet?
Las distribuidoras nos dicen que viven de las que se funden, y los grandes almacenes nos proponen duplicar su precio, a lo que nos hemos negado. Hemos tenido ofertas millonarias para no sacarla al mercado y amenazas de muerte, que están en manos de la policía.
¿Cuánto consume su bombilla?
Ahorra un 92% respecto a las bombillas incandescentes y un 68,42% respecto a las de bajo consumo. En España, las compañías eléctricas tienen que fabricar 47 millones de megavatios al año que dan servicio a toda la industria. A la iluminación general se destinan siete millones de megavatios.
Lo que fabrican las ocho centrales nucleares activas en España.
Sí, pero no es suficiente, hay que importar entre 6 y 7 millones de megavatios de Francia.
Carísimo.
Si utilizáramos una tecnología como la que propongo, nos los ahorraríamos. Estamos hablando de más de 20.000 millones de euros al año. Bombillas que emiten un 70% menos de CO2 a la atmósfera porque trabajan con muy pocos grados de temperatura.
¿Cuánto duraría una lavadora o un frigorífico sin obsolescencia programada?
Entre 40 y 70 años, pero hay que utilizar los componentes electrónicos y materiales adecuados. He creado el movimiento SOP (Sin Obsolescencia Programada).
¿Qué espera de él?
Que se unan fabricantes conscientes de que crisis de endeudamiento como la que vivimos son evitables, y que podemos detener el crimen ecológico y la injusticia que provoca: todas esas materias primas que se extraen del tercer mundo a precios reventados les son devueltas en forma de basura.
Eso roza la inmoralidad.
Cambiar la manera de fabricar supone un cambio socioeconómico. El sistema está diseñado para comprar y tirar, fabricar barato, en China, y comercializar en Europa.
Si acabamos con el crecer por crecer, ¿acabamos con el mercado?
Muchos economistas dicen que la única forma de crear empleo es a través del crecimiento. Falso. Si creas un producto que dura mucho, tendrás un mercado de segunda mano y florecerán negocios de reparación.
Y haremos un bien al planeta.
Cuando competimos para conquistar mercados internacionales consumimos petróleo de forma innecesaria. ¿Por qué importar electrodomésticos de Alemania si podemos hacerlos aquí? Eso encarece el producto y consumimos recursos innecesariamente.
¿Ha habido demandas?
Sí, un grupo de personas demandaron a Apple y ganaron al demostrar que sus iPod estaban fabricados con obsolescencia programada.
¿Ha servido de algo?
Prefieren pagar las demandas que dejar de fabricar con ese sistema. Las impresoras las programan introduciendo un chip contador: cuando llega un determinado número de copias deja de funcionar y comprar una nueva es más económico que repararla. Lo mismo ocurre con las calderas. De hecho, todos los componentes electrónicos los fabrican tres o cuatro empresas en el mundo.
¿Cómo desmontar esta locura del usar y tirar?
No serán los políticos, deben ser los ciudadanos quienes impulsen el cambio; pero no es tan difícil: tenemos las redes sociales y hemos de ponernos de acuerdo. ¡Intentémoslo al menos!
Felipe González, por consiguiente
Pensar por lo breve. Antología
Ediciones Trea acaba de publicar la obra Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos (1980-2012), del profesor de la Universidad de Valladolid José Ramón González.
Se trata de una antología, precedida de un extenso estudio introductorio que, a través de una selección de 50 autores, pretende representar la producción aforística española que tanta pujanza ha adquirido en los últimos años, y contribuir de este modo a la difusión de este género literario, a menudo diseminado en publicaciones muy dispersas y de difícil acceso para el lector.
Entre los autores seleccionados: Carlos Castilla del Pino, Eugenio Trías, Carlos Edmundo de Ory, Andrés Trapiello, Sánchez Ferlosio, Camilo de Ory, Fernando Aramburu, Rafael Gonzalo…
JP Morgan: “Los inversores no entran en España por culpa de la clase política, no por la crisis”
Hasta los bancos de inversión reconocen ya que mientras empresas y trabajadores han realizado un sacrificio brutal, la clase política es el gran lastre, por su incapacidad para el consenso, la falta de concreción con los ajustes y su corrupción.
“¿Cómo es posible que no haya consenso para nada entre la clase política?”, se preguntaban los clientes de JP Morgan después de haber estado en España la semana pasada de road show, invitados por el propio banco de inversión. En los últimos tiempos han pasado numerosos fondos y clientes de la banca de negocios por el país, con ganas de ver los avances y el efecto de los ajustes. El resultado es claro: la sociedad y la empresa están haciendo sus deberes, pero los políticos son un desastre total. Los del Gobierno y los que no son del Gobierno.
“Los escándalos políticos e institucionales están haciendo mucho daño a la imagen de España en el exterior”, a pesar de que el nuestro “se considera un país de lo más atractivo que hay en Europa para invertir”, sometido a un brutal ajuste “que pocas economías podrían aceptar”, apuntan en una nota interna.
“La semana pasada nuestros analistas recorrieron Madrid con inversores y comprobaron cómo la profunda recesión, el alto desempleo y la inevitable austeridad no parecen todavía estar incitando a los políticos a trabajar juntos para encontrar una solución que ayude a reavivar la confianza de los inversores”.
Sonrojante
Y añaden, con sonrojante pero meridiana claridad: “Varias regiones tiran por su lado y parecen no darse cuenta del mensaje tan malo que lanzan al extranjero. Este sería un momento muy bueno para diferenciarse de Italia y no se está haciendo. El pacto que ha firmado Peña Nieto en México es un buen ejemplo de lo que se podría hacer”.
En este sentido, la banca sofisticada (que al final, constituye el principal canalizador de inversiones ya que tiene una gran influencia en las decisiones finales) ha visto siempre con profundo desagrado los movimientos secesionistas que se empeñan en persistir. Tampoco en el plano sociológico hay gran entusiasmo por este resquebrajamiento.
Mientras el ruido político sube de tono, JP denuncia que faltan muchos avances, como la reforma energética, la limpieza definitiva de los bancos y “otras cuantas que no sabemos dónde están porque hace meses que no vemos un calendario de reformas. (…) La incertidumbre en las reformas y regulaciones son de lo peor que puede haber para el inversor extranjero”.
Para los bancos, también son un cáncer
Incluso el analista financiero de JP Morgan, Jaime Becerril, publicaba tras estos encuentros un largo informe sectorial en el que señalaba a la clase política como gran problema del sistema bancario. Su largo escrito, de 22 páginas, empezaba así: “La pasada semana estuvimos de visita por Madrid con inversores (insiste), que vieron cómo la profunda recesión, desempleo masivo e inevitable austeridad no parecen llevar a los políticos a trabajar de manera conjunta para encontrar soluciones que revivan la confianza del inversor. (…) Las luchas internas de los políticos y sus lentas medidas están dificultando las inversiones”.
Podría pensarse que JP ha tenido algún desencuentro con el Gobierno o algún político, pero no sólo son ellos los que han estado paseando a sus clientes y analizando el panorama. También la semana pasada alrededor de una veintena de fondos de inversión de Australia, EE UU y norte de Europa eran convocados por Chevreaux (el bróker participado por Credit Agricole) en el hotel Villamagna para escuchar a Álvaro Nadal, jefe de la Oficina Económica de Presidencia.
Según fuentes presentes, los inversores salieron gratamente sorprendidos por dos cuestiones: la reducción de los costes laborales unitarios y la rápida consecución de balanza por cuenta corriente positiva de la economía, que está facilitando, a su vez, una menor dependencia de la liquidez del Banco Central Europeo (BCE).
Es decir, “la sociedad ha aceptado que tocan salarios más bajos, lo que permite a las empresas ser competitivas dentro. Pero además, las compañías han salido a competir duramente al exterior.” La inversión de la curva de la balanza por cuenta corriente en apenas tres años “es un proceso más intenso que el que puedan haber tenido las devaluaciones de Solchaga”, comentaban los expertos presentes.
Sin embargo, los inversores “salieron seriamente preocupados por la lentitud de la reforma financiera, la resistencia a reducir el tamaño de lo público y el marco energético cambiante, que genera inseguridad jurídica”. Un discurso idéntico al que esboza JP Morgan, con los políticos como gran problema.
La sofisticada banca de inversión reconoce el esfuerzo de la sociedad y la dolorosa incompetencia de una clase política que es ya el principal obstáculo para la recuperación económica. Hace tiempo que la sociedad señala a los políticos como el gran mal del momento en los muestreos sociológicos. Pero que lo hagan los bancos de inversión no tiene precedente en España.
¿Qué medidas tomar?
JP no solo destruye con su discurso: “¿Qué medidas hacen falta?”, señalan en sus conclusiones. No sólo más financiación para el estado, sino “impulsar a las empresas; que son ellas y no los políticos los que tienen que crear riqueza y trabajos.” Es preciso atraer al inversor extranjero, señalan, ya que “si una cosa nos quedó clara de nuestro último viaje es que de la crisis no se sale sin ellos. Hacen falta normas más flexibles, que permitan que las empresas que no van bien se reestructuren o liquiden, pero que no se incentive el mantener negocios (i.e. ladrillo) que no funcionan durante años.”
Un discurso que parece ciencia ficción en los actuales tiempos. Los bancos citados hacían estas reflexiones desde las experiencias de la semana pasada, pero en esta, ya ha habido testimonios dolorosamente crudos sobre la talla de la clase política doméstica. Una auténtica ducha fría para la sociedad y los inversores… que, por otro lado, es lo que recomienda Arias Cañete.