El número de casas vacías en Europa supera al de personas sin techo

Europa posee más de 11 millones de viviendas vacías, el doble de espacio para albergar a las casi 4 millones de personas sin techo que hay en el continente, reveló un informe del diario The Guardian que calificó la situación como un “escándalo”.

España, uno de los países más golpeados por la crisis capitalista y con uno de los mayores índices de desocupación, encabeza el ránking con 3,4 millones de hogares no habitados.

La cifra aumentó un 10% en la última década y tiene parte de su explicación en la gran cantidad de casas en zonas turísticas, adquiridas por fondos de inversión o dueños británicos y alemanes, que nunca fueron ocupadas ni vendidas, ya que la caída de los precios imposibilitó recuperar el dinero.

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El relevamiento de The Guardian, en base a información estadística oficial del gobierno español, indicó que por ejemplo en Torre-Pacheco, un municipio al sureste del país cerca de la playa, más de 7.000 viviendas, sobre las 20.000 totales, permanecen vacías.

El diario también incluyó el medio millón de inmuebles a medio construir y abandonados por la explosión de la burbuja inmobiliaria en 2008, además de las viviendas que fueron embargadas por los bancos luego que sus dueños no pudieran pagar sus hipotecas.

Otros países golpeados por la crisis también tienen una gran cantidad de inmuebles sin habitar: 735.000 en Portugal, 400.000 en Irlanda y 300.000 en Grecia.

En Francia e Italia hay casi 2 millones y medio de viviendas vacías, 1,8 millones en Alemania y más de 700.000 en el Reino Unido.

Londres se convirtió en una ciudad especialmente receptiva para la especulación inmobiliaria, ya que los precios aumentaron un mínimo de un 5% durante 2013 y los analistas creen que seguirán subiendo.

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De acuerdo a la inmobiliaria Savills, en la capital inglesa la cantidad de propiedades tasadas en un mínimo de mil libras el metro cuadrado subió un 27% respecto 2007, el pico antes de la crisis.

The Guardian indicó que la cantidad de viviendas vacías en todo el continente es el doble del necesario para albergar la totalidad de aquellos en situación de calle, realidad que según las últimas cifras de la Unión Europea (UE) ya alcanzó a 4,1 millones de personas.

Por eso calificó la situación como un “escándalo” y recordó que el mes pasado el Parlamento Europeo votó una resolución en la que le demandó a la Comisión Europea “desarrollar una estrategia para ayudar a las personas sin vivienda”.

“Los políticos tienen que frenar a los compradores ricos que utilizan las casas como un `vehículo de inversión` en vez de un hogar”, señaló David Ireland, director de Empty Homes, una organización que promociona el uso social de viviendas vacías.

“Las casas están construidas para que la gente viva, si eso no ocurre quiere decir que algo está funcionando muy mal”, apuntó.

«No somos siervos ni vasallos: las eléctricas nos deben 5.000 euros a cada ciudadano»

Elpidio Silva no traga con el abuso eléctrico

Elpidio Silva no traga con el abuso eléctrico

Usted regula el precio, usted se come el precio“. Ante más de 300 espectadores, otros 500 por internet y 8 asociaciones y expertos energéticos, el juez Elpidio Silva se mostró así de rotundo este jueves en el Ateneo de Madrid y añadió que no es verdad que las eléctricas necesiten un “tercer rescate” europeo que al final asume el ciudadano por la vía del Estado, como ha ocurrido con la quiebra del sector bancario provocada por Bankia. El “lobby” eléctrico pretende cobrar lo que llama “déficit de tarifa” (1000 euros por cada contador) pero el magistrado lo niega porque ese déficit está “mal calculado”: “en realidad nos deben a cada ciudadano 4000 o 5000 euros“.

Imagen del acto ciudadano en el Ateneo

Imagen del acto ciudadano en el Ateneo

Con su ya célebre y sosegado tono de voz, seseante y susurrante, el magistrado explicó que hacer pagar ahora a todos los ciudadanos por el déficit de las eléctricas de los últimos 30 años nos equipara a “siervos” o “vasallos” y culpó a los Gobiernos de Felipe González y José María Aznar de habernos hecho creer que un servicio público esencial como es la luz o la calefacción en invierno podría cortarse. Entre salvas de aplausos,Elpidio Silva concluyó: “La luz no se puede cortar, es un servicio público esencial, como no se puede dejar de atender a un ciudadano gravemente enfermo que se acerque a un hospital,sin caer en el delito de homicidio u omisión de socorro”, como ha ocurrido en Treviño (Burgos): “Las eléctricas tienen derecho a cobrar, pero no a cortar y para eso están los embargos judiciales y otros procedimientos administrativos.  La liberalización nos hizo pasar por ley de una condición de usuarios a consumidores, pero es mentira: sigue siendo un servicio público porque es esencial para la comunidad y porque desde todos los criterios esenciales es así, pero en Europa lo que se ve aquí con las eléctricas se considera un barullo“.

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El juez culpó a los gestores y a los consejos de administración de querer hacernos creer que las eléctricas han cobrado de menos al consumidor y ahora deben repararlo, cuando el problema ha sidoel “circo” que han montado con la continua mezcolanza de intereses políticos y eléctricos: “Italia tiene más de 20 puntos de déficit público que España y sin embargo paga por la deuda soberana la misma prima de riesgo que España. ¿Por qué Italia paga lo mismo debiendo más?.Porque la reputación de Italia es mejor que la de EspañaUn país que que organiza este circo no tiene reputación y el valor reputacional, marca o canon de España tiene un precio. Y cuando una gran corporación soporta un valor reputacional, tiene que haber protocolos de actuación muy severos, transparencia eminente y clara, accesos públicos a los datos y a la información, normas de organigramas, perfiles de gestores… Hay que pedir por vía judicial los protocolos de los 10 últimos años en las eléctricas y si nos dicen que ocupan una montaña, al menos exhibirlos para que los denunciantes los analicen”.

Y es que Elpidio Silva está convencido que el “circo” de las eléctricas, con el trasiego de políticos en las compañías, acabará en los tribunales, pues las eléctricas han creído que operan en un país de la Edad Media: “El siervo no podía abandonar la parcela aún pagando, el vasallo tampoco podía pagar un precio por su liberación. Se parece a lo que han hecho ellos con la luz: nos dicen que tiene déficit pero hay que calcular con precisión cuanto se debe y por qué ¿Es aceptable que toleremos que el déficit lo tarifiquen ellos? Los ciudadanos han pagado durante muchos años el servicio y ahora les dicen que deben dinero. El ciudadano no puede consignar porque no se sabía que debía ni cuanto. Y el derecho no puede aceptar la arbitrariedad que supone que solo una de las partes vaya a cuantificar el déficit“.

“Los gobiernos de Felipe González pusieron en marcha la liberalización de este servicio. Lo hizo por tramos del 25% y el ultimo tramo, casualidad, le toca hacerlo a José María Aznar. Lo interesante que tiene este tramo es que coloca en la cúpula de la gestión a determinadas personas que, también casualidad, estaban especialmente allegadas a este político”, dijo Elpidio Silva con sarcasmo, recordando que esto mismo también se organizó con todo el “núcleo duro” de la economía: el sector Energético, Telefónica, Telecomunicaciones, Argentaria, Tabacalera…

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Han hecho leyes para hacernos pasar de ser usuarios a consumidores, pero es mentira: la luz sigue siendo un servicio público porque es esencial para la comunidad desde todo punto de vista. Porque lo digan cuatro leyes no deja de ser un servicio público, el error procede de una mala traducción del concepto de servicio público que hizo Eduardo García de Enterría, y coló porque estábamos en el último tramo del franquismo”. 

“El servicio público lo constituyen los servicios esenciales de la comunidad, aquí se liberalizó el sector eléctrico para rebajar el déficit público hasta un tope que era el que exigía Europa para entrar en el club, pero no se puede privar a alguien del uso o del servicio, la luz o la calefacción no se puede cortar. Si un ciudadano no paga, un juez decide si abre un procedimiento de embargo de bienes, pero jamás se corta. Es un servicio público que no deja de serlo porqueEuropa exija rebajar el déficit”, explicó.

Elpidio Silva tachó de “barbaridad” haberlo hecho y lo comparó con lo ocurrido en Treviño, donde un servicio vasco de ambulancias no atendió a un niño de 3 años que murió porque el pueblo pertenecía a Burgos y no a Euskadi, donde estaba el hospital más cercano: “seguramente se abrirá un procedimiento penal por homicidio u omisión de socorro“, ya que “si alguien se acerca a un centro sanitario gravemente enfermo hay que atenderle. Lo del pago se gestiona después, antes es un servicio público”. Por eso animó a pensar por qué “a principios del siglo XX esta idea estaba bien calada en la ciudadanía y ahora la hemos perdido“, hecho que tachó de “vergüenza“. “¿Como es posible que los ciudadanos no se hayan enterado de un tema como este?”, concluyó.

Aunque sin citarlo, recordó las palabras de Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, “cuando insinuó un tercer rescate por la deuda eléctrica con el argumento del “oiga, yo quiero cobrar”. ¿Que es esto? ¿Como se puede tolerar algo así? La ciudadanía debe haberse ausentado o desmovilizado de sus intereses porque si uno está pendiente no ocurre esto. Los que tienen la obligación de la eficacia en la defensa de los intereses ciudadanos han fallado. Es intolerable que alguien diga que tiene una deuda y nadie se oponga a que el arbitrio lo imponga una sola de las partes: eso es algo jurídico-totalitario”.

 

Fuente: http://www.espiaenelcongreso.com/2014/03/21/somos-siervos-ni-vasallos-las-electricas-nos-deben-5000-euros-cada-ciudadano/

El número de casas vacías en Europa supera al de personas sin techo

Europa posee más de 11 millones de viviendas vacías, el doble de espacio para albergar a las casi 4 millones de personas sin techo que hay en el continente, reveló un informe del diario The Guardian que calificó la situación como un “escándalo”.

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España, uno de los países más golpeados por la crisis capitalista y con uno de los mayores índices de desocupación, encabeza el ránking con 3,4 millones de hogares no habitados.

La cifra aumentó un 10% en la última década y tiene parte de su explicación en la gran cantidad de casas en zonas turísticas, adquiridas por fondos de inversión o dueños británicos y alemanes, que nunca fueron ocupadas ni vendidas, ya que la caída de los precios imposibilitó recuperar el dinero.

El relevamiento de The Guardian, en base a información estadística oficial del gobierno español, indicó que por ejemplo en Torre-Pacheco, un municipio al sureste del país cerca de la playa, más de 7.000 viviendas, sobre las 20.000 totales, permanecen vacías.

El diario también incluyó el medio millón de inmuebles a medio construir y abandonados por la explosión de la burbuja inmobiliaria en 2008, además de las viviendas que fueron embargadas por los bancos luego que sus dueños no pudieran pagar sus hipotecas.

Ejecucion-hipotecaria

Otros países golpeados por la crisis también tienen una gran cantidad de inmuebles sin habitar: 735.000 en Portugal, 400.000 en Irlanda y 300.000 en Grecia.

En Francia e Italia hay casi 2 millones y medio de viviendas vacías, 1,8 millones en Alemania y más de 700.000 en el Reino Unido.

Londres se convirtió en una ciudad especialmente receptiva para la especulación inmobiliaria, ya que los precios aumentaron un mínimo de un 5% durante 2013 y los analistas creen que seguirán subiendo.

De acuerdo a la inmobiliaria Savills, en la capital inglesa la cantidad de propiedades tasadas en un mínimo de mil libras el metro cuadrado subió un 27% respecto 2007, el pico antes de la crisis.

The Guardian indicó que la cantidad de viviendas vacías en todo el continente es el doble del necesario para albergar la totalidad de aquellos en situación de calle, realidad que según las últimas cifras de la Unión Europea (UE) ya alcanzó a 4,1 millones de personas.

Por eso calificó la situación como un “escándalo” y recordó que el mes pasado el Parlamento Europeo votó una resolución en la que le demandó a la Comisión Europea “desarrollar una estrategia para ayudar a las personas sin vivienda”.

“Los políticos tienen que frenar a los compradores ricos que utilizan las casas como un `vehículo de inversión` en vez de un hogar”, señaló David Ireland, director de Empty Homes, una organización que promociona el uso social de viviendas vacías.

“Las casas están construidas para que la gente viva, si eso no ocurre quiere decir que algo está funcionando muy mal”, apuntó.

“El hambre en el mundo es una cuestión política”

La activista social y periodista Esther Vivas recorre el Estado español durante los últimos meses presentando Sin miedo (Ed. Icaria), libro que ha publicado junto a Teresa Forcades. Pero no deja de participar en los movimientos sociales. Combina activismo y periodismo: sus artículos pueden seguirse en el blog Se cuecen habas, en el periódico digital Publico.es.

Esther Vivas es conocida, sobre todo, por los trabajos e investigaciones en torno a la soberanía alimentaria, los intereses de la agroindustria y el negocio de las grandes superficies y cadenas de distribución (recientemente ha escrito artículos sobre la cara negra de Coca-Cola o Mercadona). En este apartado, ha coordinado los libros Del campo al plato y Supermercados, no gracias. Desde su praxis en los movimientos sociales, y en colaboración con Josep Maria Antentas, ha publicado Planeta indignado. La activista se ha acercado recientemente a Valencia con el fin de participar en una jornada organizada por Ingeniería Sin Fronteras titulada ¿Quién decide lo que comemos?

-En síntesis, ¿qué explicas en las conferencias sobre “Quién decide lo que comemos”?

Hay un puñado de empresas de la agroindustria que monopolizan el mercado de la producción, transformación y distribución de alimentos. Me refiero a empresas como Monsanto, Cargill, Dupont, Kraft, Nestlé, Mercadona, Eroski o El Corte Inglés. Está claro que si nuestra alimentación está en sus manos, no tenemos la seguridad alimentaria garantizada. El objetivo de estas empresas es hacer negocio y ganar dinero con los alimentos. Un ejemplo. Según la FAO, en los últimos 100 años hemos visto la desaparición del 75% de la diversidad agrícola y alimentaria en el planeta. ¿A qué se debe esto? A que unas pocas empresas han priorizado una serie de variedades agrícolas y alimentarias, por el hecho de que se adaptan a sus intereses particulares. Variedades de alimentos que recorren grandes distancias, con buen aspecto para que puedan comercializarse en un supermercado, y en los que no se priorizan elementos como el sabor. Si los alimentos se corresponden con variedades autóctonas, es muy posible que no cuenten para el mercado. En definitiva, son grandes empresas que promueven aquello que les da rentabilidad económica.

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-¿Cuál es la situación del campesinado en el Estado español y en el conjunto de la Unión Europea?

El trabajo campesino en el Estado español es una práctica en extinción. Entre el 4 y el 5% de la población activa se dedica a laborar en el campo. Esto se debe a que, hoy en día, la práctica campesina tiene muchas dificultades para sobrevivir en un mundo que se diseña al servicio de la agroindustria. En Europa la tendencia es parecida. Por ejemplo, la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea no apoya al campesino sino a los empresarios de la agroindustria, supermercados y grandes terratenientes. De hecho, hay una élite hipersubvencionada con la PAC. El 16% de los receptores de las ayudas de la PAC obtienen el 75% de las ayudas, mientras que el 84% restante percibe el 25% que queda. Entre las principales empresas beneficiarias, según Veterinarios Sin Fronteras, destacan Campofrío, Pastas Gallo, Nutrexpa, Leche Pascual, Mercadona o Lidl. Por otra parte, escala global está produciéndose una ofensiva muy importante contra el pequeño campesinado y las poblaciones indígenas, que en muchos casos practican la agricultura de subsistencia.

-Otra cuestión relacionada, y que no siempre alcanza al gran público, es el control de las semillas transgéncias.

La agricultura transgénica importa a diferentes niveles. Primero, por su impacto social. Esto implica la privatización de las semillas, que quedan en manos de grandes empresas que las comercializan. Me refiero principalmente a Monsanto, pero también a Syngenta, Pioneer, Dupont o Cargill. Se acaba, por tanto, con la capacidad de los campesinos para producir e intercambiar semillas. Podemos hablar asimismo de un impacto medioambiental y de la desaparición de variedades. A fin de cuentas, la coexistencia entre la agricultura transgénica y la tradicional es imposible. Mediante el aire y la polinización, la agricultura transgénica contamina los otros campos. Además, acaba con las variedades locales y promueve las semillas transgénicas o híbridos, que las grandes empresas comercializan. También, hay un impacto sobre nuestra salud, como han señalado distintos informes críticos como el de Seralini. Greenpeace dice que no hay informes independientes que garanticen que los transgénicos no resultan nocivos para la salud humana, ya que los informes existentes están financiados por empresas con intereses en el sector.

-En uno de tus artículos has trazado la dicotomía entre “obesos” y “famélicos”. ¿A qué te refieres?

Uno de los ejemplos más claros de que este sistema agrícola y alimentario no funciona, y de que está enfermo, es la cuestión del hambre en un mundo de comida en abundancia. Vemos actualmente que se producen más alimentos que en cualquier otro periodo de la historia. Según Jean Ziegler, antiguo relator de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, actualmente se producen en el mundo alimentos para 12.000 millones de personas (en el planeta viven 7.000). Por lo tanto, habría alimentos suficientes para toda la población y para garantizar la soberanía alimentaria. Pero, en cambio, una de cada siete personas pasa hambre. Esta es la gran aberración del hambre en un mundo de abundancia. No falta comida sino que “sobra”. Ahora bien, el hambre no es sólo patrimonio de los países del Sur, sino que en el presente también golpea a nuestra puerta. Según datos del Síndic de Greuges, en Cataluña hay 50.000 niños y niñas que padecen malnutrición, lo que significa que no ingieren los suficientes nutrientes para desarrollar su actividad diaria. Hay, aquí, una espiral que vincula paro, pobreza, desahucios y hambre.

-¿A qué razones obedece el hambre en el mundo?

A razones políticas. Se nos quiere hacer creer que el hambre en el planeta es consecuencia de factores como guerras o sequías. Sin embargo, el hambre tiene causas políticas, que tienen que ver con quién controla las políticas agrícolas y alimentarias y quién controla los recursos naturales (tierra, agua y semillas). El hambre en el Sur es fruto del expolio de los recursos naturales que durante décadas se ha llevado a cabo en estos países por parte de empresas multinacionales extranjeras. Hemos visto cómo las instituciones internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial del Comercio), mediante sus políticas, han apoyado este modelo de agricultura industrial en manos de unas pocas empresas. Se ha fomentado el hambre mediante el comercio desigual y facilitando la entrada de productos del Norte subvencionados, de grandes multinacionales, en los países del Sur. Estos productos se venden por debajo de su precio de coste, y acaban así con la producción local autóctona (países como Haití, que en los años 70 del siglo XX producía suficiente arroz para dar de comer a toda su población, mediante las políticas citadas se ha convertido hoy en uno de los principales compradores de arroz de las multinacionales estadounidenses).

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-¿Ha cambiado algo con la crisis?

Hemos visto cómo los mismos que en su momento especularon con las “subprime” (fondos de pensiones, fondos de inversión, compañías aseguradoras, entre otros), una vez estalla la “burbuja” inmobiliaria redimensionaron esas inversiones a la compra de alimentos y entran en los mercados de futuros para especular con productos como el arroz, el trigo o la soja. Esto genera una escalada de los precios de muchos alimentos básicos para la población, especialmente en los países del Sur. Podemos decir que se ha pasado de una “burbuja” inmobiliaria a una “burbuja” alimentaria. Además, en los últimos tiempos, como consecuencia de la crisis económica, alimentaria y energética, se ha dado un incremento de la privatización de tierras (mediante la compra o el alquiler) en los países del Sur. En el Congo, el 48% del territorio agrícola se encuentra en manos de inversores extranjeros. En Etiopía, uno de los países más afectados por el hambre, el gobierno ofreció 3 millones de hectáreas de tierra cultivable a inversores de India, China y Arabia Saudí.

-En la vida cotidiana de un ciudadano común del Estado español, ¿quién tiene el control sobre los productos que acaban en la mesa?

Empresas como Mercadona, Carrefour, Alcampo o El Corte Inglés son responsables de este modelo agroalimentario que no funciona. Porque pagan unos precios de miseria al productor, precarizan los derechos laborales y nos venden unos alimentos de muy baja calidad con efectos negativos para nuestra salud. En el Estado español, el 75% de la distribución de alimentos está en manos de 5 supermercados y 2 centrales de compra (consorcios de supermercados), que tienen un control muy importante sobre aquello que comemos.

-Pero se dice que los productos adquiridos en los supermercados resultan más baratos.

Esto no es cierto, porque tienen unos costes ocultos. Por un lado, son productos que se fabrican explotando las condiciones laborales de los trabajadores (Inditex con Zara es un claro ejemplo; la ropa “low cost” con derechos laborales “low cost”, que explota a trabajadoras en Bangladesh con consecuencias dramáticas, como la fábrica que se derrumbó en este país y mató a varias de sus empleadas). Además, se trata en general de alimentos “kilométricos” con un impacto ambiental muy claro (emisión de gases de efecto invernadero y cambio climático). Según datos del centro de investigación GRAIN, el 55% de los gases de efecto invernadero a nivel mundial son consecuencia del actual modelo de producción, distribución y consumo. Así pues, pensamos que compramos barato, pero ¿quién paga los efectos sobre el cambio climático de aquello que comemos? Se trata, además, de alimentos de mala calidad, elaborados con altas dosis de pesticidas, aditivos y potenciadores del sabor, lo que tiene consecuencias en nuestra salud. En los últimos años, enfermedades como la hiperactividad infantil, las alergias, intolerancias alimentarias o la obesidad han aumentado. Esto implica también un coste para la salud pública.

-Por último, ¿hay alternativas?

Pienso que frente a este modelo agroalimentario sí hay alternativas. Podemos apostar por el mercado local, adquirir alimentos de temporada, comprar directamente a campesinos, formar parte de grupos o cooperativas de consumo ecológico, que en los últimos años se han multiplicado en todo el Estado. También podemos participar en proyectos de huertos urbanos. Y más allá de estas experiencias, es necesario plantear cambios políticos. Si queremos comer bien es imprescindible que se prohíban los transgénicos, una reforma agraria según el principio de “la tierra para quien la trabaja”; comedores ecológicos en centros públicos, etcétera. Y tener en cuenta que, detrás de empresas multinacionales, como Coca-Cola, McDonald´s, Campofrío, Nestlé, entre otras, se esconden practicas de explotación laboral, contaminación ambiental y un modelo de consumo de mala calidad e insostenible.