¡Contemplad el poder del lado oscuro!

Este es el engendró del diablo que la constructora ‘Saudi Binladin Group’ edificó entre 2004 y 2012, al lado de la Kaaba, en plena ciudad de la Meca. Se llama Abraj Al Bait, también Mecca Royal Hotel Clock Tower, mide 600 metros y es una mezcla de megahotel de las Vegas, Big Ben a lo bestia y Ojo de Saurom. En su lugar había una fortaleza otomana.

Ahora se entiende la locura de Bin Laden por empotrarse contra moles de hormigón…

Satán: 6 – Alá: 0

 

735034_4948935758683_62513976_n

They_will_make_their_final_circulation_of_the_Kaaba,_in_what_is_known_as_the_Farewell_Tawaf_before_heading_back_to_their_respective_homes_across_the_globe._-_Flickr_-_Al_Jazeera_English

AbrajAlBaitin2011Makkah

Fuente:

http://en.wikipedia.org/wiki/Abraj_Al_Bait

 

El banquero filántropo

Una tarde un famoso banquero iba en su enorme limusina, cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo césped. Muerto de curiosidad, ordenó a su chófer detenerse y bajó a investigar.

banqueros

Le preguntó a uno de ellos:

-¿Por qué están comiéndose el césped?.

-No tenemos dinero para comida, por eso tenemos que comer césped.

-Bueno, entonces vengan a mi casa que yo los alimentaré -dijo el banquero.

-Gracias, pero tengo esposa y dos hijos conmigo. Están allí, debajo de aquel árbol.

-Que vengan también -dijo nuevamente el banquero.

Volviéndose al otro pobre hombre le dijo:

-Vd. también puede venir.

El hombre, con una voz lastimosa, dijo:

-¡Pero, señor, yo también tengo esposa y tres hijos conmigo!

-Pues que vengan también -insistió el banquero.

Entraron todos en el enorme y lujoso coche. Una vez en camino, uno de los hombres miró al banquero y le dijo:

-Sr., es usted muy bueno. ¡¡¡Muchas gracias por llevarnos a todos!!!.

El banquero le contestó:

– ¡Hombre, no tenga vergüenza, soy muy feliz de hacerlo!. Les va a encantar mi casa…. ¡El césped tiene como veinte centímetros de alto!.

Moraleja: «Cuando creas que un banquero te está ayudando, piénsalo dos veces«.

 

Por cortesia de Gatos Sindicales

Marco Tulio for president

En toda tierra de garbanzos cuecen las habas de la república de Cicerón, quien ya en el siglo I a. de C. (año 55 ó 47, según las fuentes) advirtió: “El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado.”
 
Y ciertamente no he dado con la cita original, pero dudo mucho que el texto latino se aleje una coma del espíritu que refleja la traducción, y si no aquí hay otra prueba de la clarividencia del gran defensor de la virtus, ¿o era la areté?: “Tristes los tiempos en que los hijos no salen de casa de sus padres, y los maltratan, y los buenos textos no se publican”.
¡Y Todavía hay quien cree en esas quimeras de la actualidad y el progreso!
 
(Para progreso en todo caso el de Julio César. Ya en los Discursos Cesarianos, se enfrentaron Cicerón y Cesar y sus pasos coincidieron en numerosas ocasiones a lo largo de sus carreras. También Ortega y Gasset, en La rebelión de las masas, recurrió a ambas figuras para establecer una contraposición entre sus estrategias, el realismo político ciceroniano y el ideal imperial cesarista, pero justificando una posible complementariedad recíproca entre ellos a lo largo de la Historia. De hecho, en su teoría política, Cicerón deja espacio para un Princeps, al que otorga poderes extraordinarios.
 
Pero Cicerón, gran orador, filósofo, intrigante y político, cuyo genio se limitaba al talento, tal vez nunca llegó a comprender la universalidad práctica de César, gran escritor, político y soldado, cuyo talento sobrevolaba el genio. César vio que la antigua virtud romana había quedado obsoleta en la nueva dimensión del mundo: “la República ya sólo es una palabra”.
 
Los dos murieron asesinados. Cicerón, porque sus diatribas estorbaban; César, porque la solución política que encarnaba cerraba el paso a todas las demás. Cicerón dejó un ejemplo clásico de impotencia verbal contra lo inevitable; César, de encauzamiento hacia el futuro de energías en peligro de dispersión.
 
Después sobrevino el imperio ingobernable, y su degradación se hizo palpable a través del carácter de sus emperadores: Augusto se reveló como el tirano lógico; Tiberio fue el tirano patológico; Calígula, el tirano psicopatológico).