“El sistema de ciencia español no responde a las necesidades del siglo XXI”

El King’s College de Londres ha fichado al científico del CSIC Óscar Marín para dirigir su Centro de Neurobiología del Desarrollo

El investigador Óscar Marín, en la Fundación BBVA, en Madrid. / LUIS SEVILLANO

El científico Oscar Marín se va de España. Le ha fichado el prestigiosoKing’s College británico para dirigir, en Londres, el Centro de Neurobiología del Desarrollo, así que sobran calificativos sobre su nivel como investigador. Marín, profesor de investigación del CSIC, se va porque el sistema español de I+D no le brinda las oportunidades de seguir creciendo, dadas las estructuras obsoletas “que no responden a lo que es un sistema de investigación del siglo XXI”, explica. Y, a sus 42 años, tiene mucho camino que recorrer. Al menos eso han debido valorar en Reino Unido. Pero visto desde el panorama español, la pérdida de este neurocientífico del desarrollo es un hachazo grave puesto que es uno de los máximos exponentes de la generación de investigadores de alto nivel internacional que tiene ahora que tirar del sistema de I+D.

Estudió biología en la Universidad Complutense, se formó como neurocientífico en Estados Unidos y regresó a España en 2003, reclutado como joven promesa en el Instituto de Neurociencias de Alicante (del CSIC y la Universidad Miguel Hernández). Ha pasado allí más de una década fructífera de investigación haciendo hincapié en las neuronas inhibidoras, esas células que han pasado inadvertidas durante un siglo, explica, “pero que son como el director de orquesta de las conexiones neuronales del cerebro”. Ahora, para proseguir su ciencia, este profesor de investigación del CSIC considera que lo mejor es irse. Se lleva parte de su equipo y la financiación del prestigioso Consejo Europeo de Investigación (dos millones y medio de euros para cinco años), que va asignada al investigador independientemente de dónde desarrolle su trabajo. ¿Han influido los recortes en ciencia en su decisión? “El dinero es muy importante, cuanto más se financie la ciencia mejor, pero el problema español es fundamentalmente estructural y no vale ya seguir poniendo parches, hay que rehacerlo”, dice rotundo durante la entrevista, en la Fundación BBVA, en Madrid, donde ha sido secretario del jurado de los premios Fronteras del Conocimiento.

Pregunta. ¿Cuándo se va a trabajar a Londres?

Respuesta. Nos vamos en julio, también se va mi esposa, Beatriz Rico, que es investigadora del CSIC, y el King’s la ha reclutado como catedrática. Y nos vamos con buena parte de nuestros equipos. El Centro de Neurobiología del Desarrollo se fundó en 2000 y depende del King’s College y del Consejo de Investigación Biomédica británico. Ahora trabajan allí unas 150 personas, en una veintena de grupos de investigación, y calculo que aumentaremos hasta unos 200.

P. ¿Por qué se va?

R. Como científico necesito nuevos retos, nuevos estímulos, nuevas colaboraciones… y el King’s me lo ofrece. Ahora no hay nada en España que me permita evolucionar. El instituto de Alicante es la culminación de lo que se puede hacer en este país con las herramientas y estructuras que tenemos.

P. ¿Qué investiga usted en el cerebro?

R. Intento comprender cómo se desarrolla el cerebro y qué ocurre cuando no se desarrolla correctamente. Sobre todo me interesa la corteza cerebral, la región que nos permite mantener esta conversación, en la que están las funciones superiores.

P.¿Cuándo se forma?

R. En los humanos, es un desarrollo muy temprano, pero es a partir del segundo trimestre de gestación cuando ocurre la mayor parte de los procesos que hace que la corteza tome la forma que conocemos… Luego sigue desarrollándose, no acaba nunca.

P. ¿No es cierto eso que se dice que el cerebro no crea nuevas neuronas?

R. No. Es cierto en el sentido de que genera muy pocas neuronas nuevas, pero cambia, y la forma de cambiar en el adulto no es a base de formar nuevas neuronas, sino haciendo que las que ya tenemos se conecten de forma diferente. Y eso sucede toda la vida. El envejecimiento es un proceso de pérdida paulatina de esa plasticidad del cerebro que le permite reconfigurarse a medida que uno aprende.

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P. Durante toda la vida.

R. Sí. El cerebro es una estructura muy dinámica que cambia constantemente… Se establecen nuevas conexiones con cosas que aprendemos o que consideramos importantes… unas se pierden y otras se refuerzan y permanecen ahí toda la vida. Nuestro cerebro no es solo un almacén de información, sino también cómo se relacionan las neuronas, cómo se conectan y desconectan durante toda la vida.

P. Así que el cerebro no es más que las conexiones entre un tipo especial de células que son las neuronas.

R. Si, nada más que eso. Las conexiones de las neuronas que son capaces de procesar la información que obtenemos de nuestro entorno y, con ella, recrear la realidad.

P. Dicho así parece sencillo.

R. Pero es muy complicado, ya que cada cerebro tiene muchas neuronas y conexiones. En neurociencias hay ahora un impulso muy importante, con mucho dinero, para identifica lo que se ha dado en llamar el conectoma. Los dos grandes proyectos de la UE y de EE UU pretenden ser capaces de reproducir con todo detalle cada una de las conexiones de un cerebro humano. Es un objetivo titánico porque son billones de neuronas con miles de conexiones cada una.

P. Esos dos programas han sido cuestionados en la comunidad científica.

R. Sí, yo no creo que vayan a producir mucho porque, aunque tengas un mapa de la realidad a escala 1:1, si no lo sabes interpretar no te vale demasiado. Además, en nuestra visión del desarrollo, el cerebro cambia todo el rato, así que lo que quizás nos ayudaría sería una “foto” del mismo antes de aprender algo y otra después, para ver cómo ha cambiado y poder inferir cómo funciona. Pero una visión estática de las conexiones no creo que sirva de gran cosa. Esos programas tienen de positivo el poner de manifiesto la necesidad de invertir en neurociencia. En ciencia siempre que se invierte dinero sale algo nuevo, aunque ese enfoque no sea, en mi opinión, el correcto.

P. ¿Cuáles son las grandes incógnitas del cerebro?

R. La gran pregunta sigue siendo cómo esas neuronas, que sabemos cómo responden a estímulos externos y codifican información sobre la situación de la persona o el animal en el espacio, integran todo para que el sujeto tenga consciencia de donde está. Es decir, sabemos cómo una neurona integra información, lo que no sabemos es cómo un conjunto complejo de neuronas lo hace de una manera coherente. Ese salto de la neurona individual al conjunto grande de neuronas funcionando para controlar un comportamiento específico todavía se nos escapa. La otra gran cuestión es que no tenemos ni idea de qué es lo que va mal en la mayoría de las enfermedades del cerebro. Todavía no sabemos qué se ha roto en un niño autista o en una persona que desarrolla esquizofrenia.

P. ¿Cómo aborda la investigación en su laboratorio?

R. Trabajamos con ratones como modelo experimental porque es la manera más sencilla para entender la función de los genes en el desarrollo del cerebro, y en concreto lo vinculado a enfermedades del sistema nervioso. En los ratones eliminamos genes concretos, o hacemos que se expresen más o menos, para ver qué consecuencias tienen esas manipulaciones en el animal. Abordamos una visión completa, desde la molécula hasta el comportamiento.

P. ¿Y la enfermedad?

R. Los problemas de desarrollo del cerebro no se pueden abordar como si fuera un puzle al que al final le faltan dos piezas concretas; el remedio sería entonces encontrar las dos piezas o buscar algo que encajase en esos dos huecos. Pero el cerebro no funciona así: si faltan dos piezas se reorganiza, encuentra otro estado para funcionar cubriendo los huecos y puede que esa reorganización no sea muy útil. La enfermedad no será solo la falta de las dos piezas, sino que puede ser resultado de una reorganización patológica. Necesitamos conocer a fondo cómo se han producido esos cambios porque a lo mejor el cerebro se ha reconfigurado de tal forma que la terapia no tendría que atacar la causa original sino orientar el resultado de esos cambios hacia un estado saludable.

P. ¿Cuál cree que es su mayor aportación a la neurociencia?

R. [Se lo piensa] Es algo que deberían decir los demás… En la corteza cerebral hay dos tipos de neuronas: las que excitan y las que inhiben, que son solo el 20% y han pasado inadvertidas durante cien años. Ramón y Cajal prestó mucha atención a estas neuronas inhibidoras, pero luego cayeron en el limbo. Pero es que no solo inhiben, sino que son como directores de orquesta que controlan el concierto. Y estas neuronas, con las que trabajo, están ahora en el centro de interés de la neurociencia. Empecé hace años, cuando estaba en California en un equipo que trabajaba precisamente en el desarrollo complejo de esas neuronas, que migran en el cerebro y tienen que acabar en el lugar adecuado y conectadas correctamente para que todo funcione bien. Empezamos a darnos cuenta de que cualquier pequeño defecto en esas neuronas inhibidoras tendría un impacto muy grande en el resto. Casi todo lo que he estado investigando en España tiene que ver con esto.

P. ¿Qué nivel tiene la neurociencia en España?

R. Tiene una escuela espectacular, pero no una estructura a su altura, y no hemos sido capaces de convencer a los responsables políticos de dotar al país de esa estructura. No tenemos un centro como el CNIO [Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas] de neurociencias.

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P. ¿Por qué regresó a investigar en España, desde Estados Unidos, hace una década?

R. Queríamos vivir en España, retomar nuestra cultura, la calidad de vida europea… Y, profesionalmente, porque el Instituto de Neurociencias de Alicante me daba la oportunidad de poner en marcha el laboratorio de forma independiente. Es un sitio capaz de apoyar a la gente que empieza.

P. ¿Influyen en su marcha ahora los recortes en la financiación de la ciencia?

R. Obviamente. Pero, aunque el dinero es muy, muy importante y cuanto más inviertas en I+D mejor, creo que el problema del sistema español de ciencia es que, con la excepción de algunos pocos centros, su estructura no responde a lo que es un sistema de investigación en el siglo XXI. Por ejemplo, los científicos no tienen por qué ser funcionarios, sino que hay que tener un ambiente más competitivo en el que se premie la excelencia, que haga distinciones entre los que trabajan más y mejor y los que lo hacen menos y de peor manera… El funcionariado se inventó para otras cosas y en ciencia necesitamos unas estructuras que den más plasticidad al sistema. La falta de fondos es terrible, pero es coyuntural: las estructuras obsoletas seguirán igual cuando salgamos de la crisis.

P. ¿No existe una oferta en España como la que le han hecho en el King’s College?

R. Sería absolutamente imposible. No solo la oferta para mí, sino la capacidad que voy a tener de reclutar investigadores, cambiar personal… ese dinamismo en España no existe. Y esto afecta a todo el sistema, a las universidades y al CSIC. Necesitamos una política científica que esté adaptada a la actualidad y que nos permita decidir de forma más coherente en qué nos gastamos el dinero. Un ejemplo: mi director en Alicante no puede contar con el dinero que libera mi sueldo para contratar a un sustituto.

P. Su generación es la que tendría que empujar ahora… ¿Pagará España caro la pérdida de científicos como usted?

R. No quiero personalizarlo en mi caso. Lo que me parece terrible es que no haya ahora capacidad de atraer gente como yo fui atraído hace una década, es decir, gente de arranque. En un sistema de nuestro tamaño, es más fácil y más barato trabajar con la cantera que con las grandes figuras. Pero es que tampoco damos oportunidad de crecer a investigadores en mi situación. Quienes me conocen saben que he intentado poner mi granito de arena para cambiar las cosas y crear nuevas estructuras.

P. ¿Regresará?

R. Quizás… ¿Por qué no?… Si cambian las circunstancias. Lo que si haré será mantener los mayores vínculos con el instituto de Alicante y con la ciencia en España.

 

Fuente: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/02/11/actualidad/1392154716_227536.html

Embriones, a las puertas del paraíso

Umberto Eco escribió en 2005 este artículo acerca del tipo de alma presente en el embrión, según la visión de Santo Tomás de Aquino, «Embriones, a las puertas del paraíso». No hace falta decir que mantiene toda su vigencia:

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Recientemente, el politólogo y editorialista del diario Il Corriere della Sera, Giovanni Sartori, ha intervenido en términos filosóficos en la cuestión de los embriones y del inicio de la vida, citando ampliamente la posición denominada «creacionista» de Santo Tomás de Aquino.
Se trata de una posición que algunos autores laicos ya habíamos recordado (yo, por ejemplo, hablé al respecto en una columna mía de septiembre de 2000), pero que curiosamente nunca ha sido retomada en los ambientes fundamentalistas católicos.
La posición de Tomás (que en el curso de los siglos la Iglesia nunca ha negado expresamente, mientras que sí ha condenado la posición opuesta de Tertuliano) es la siguiente: los vegetales tienen un alma vegetativa, que en los animales es absorbida por el alma sensitiva, mientras que en los seres humanos estas dos funciones son absorbidas por el alma racional, que es la que hace que el hombre esté dotado de inteligencia y lo constituye en persona como «sustancia individual de una naturaleza racional».
Tomás tiene una visión muy biológica de la formación del feto: Dios introduce el alma solo cuando el feto adquiere, gradualmente, primero el alma vegetativa y, a continuación, el alma sensitiva. Solo entonces, en un cuerpo ya formado, se crea el alma racional (Suma teológica, I, 90). El embrión tiene solo alma sensitiva (Suma teológica, I, 72, 3 y I, 118, 2).
En la Suma contra los gentiles (II, 89) se dice que la generación es un proceso gradual, «a causa de las formas intermedias de las que el feto está dotado desde el principio hasta su forma final».
Y por eso, en el Suplemento a la Suma teológica (80, 4), se lee esta afirmación que hoy suena revolucionaria: «Tras el Juicio Universal, cuando los cuerpos de los muertos resuciten para que nuestra carne participe de la gloria celestial (momento en que ya, también según San Agustín, volverán a vivir en la plenitud de una belleza y una integridad adulta no solo los que nacieron muertos sino también, en forma humanamente perfecta, los engendros de la naturaleza, los mutilados, los concebidos sin brazos o sin ojos), pues bien, en esa «resurrección de la carne» no participarán los embriones, al no habérseles infundido todavía el alma racional y, por lo tanto, no ser «seres humanos».
Se puede decir que la Iglesia, a menudo de forma lenta y subterránea, ha cambiado tantas posiciones en el curso de su historia que podría haber cambiado también esta. Ahora bien, lo singular es que aquí estamos ante una tácita desautorización no de una autoridad cualquiera, sino de la Autoridad por excelencia, de la columna maestra de la teología católica.

071c_Santo_Tomas_de_Aquino_(L'Hermitage_San_Petersburgo_Rusia) Las reflexiones que nacen al respecto llevan a conclusiones curiosas. Sabemos que durante mucho tiempo la misma Iglesia Católica se ha resistido a la teoría de la evolución, no tanto porque parecía estar en contraste con el relato bíblico de los siete días de la creación (sobre esto ya estaban de acuerdo los comentaristas antiguos: la Biblia habla mediante metáforas y expresiones poéticas, y siete días podrían incluso querer decir siete millones de años), sino porque anulaba el salto radical, la diferencia milagrosa entre formas de vida prehumanas y la aparición del Hombre, porque anulaba la diferencia entre un mono, que es animal, y un hombre que ha recibido un alma racional.
Paulatinamente, la Iglesia no digo que ha sostenido pero sí admitido el darwinismo con tal de que se reconociera que, en la continuidad de la cadena de la vida desde el primer organismo unicelular hasta Adán, se introducía una rotura, el momento en que a un ser vivo se le otorga un alma inmortal.
Solo los fundamentalistas protestantes han seguido teniéndole horror a la hipótesis evolucionista (y algún que otro incalificable asesor de nuestro Ministerio de Educación, vista la propuesta de cancelar el darwinismo de los programas escolares).
Está claro que la batalla ciertamente neofundamentalista sobre la pretendida defensa de la vida, por la que el embrión es ya ser humano en cuanto que en el futuro podría llegar a serlo, parece llevar a los creyentes más rigurosos a la misma frontera de los antiguos materialistas evolucionistas de antaño: no hay una fractura (la que define Santo Tomás) en el curso de la evolución de los vegetales a los animales y a los hombres, la vida tiene toda el mismo valor.
Y, efectivamente, Giovanni Sartori, en su polémica, se pregunta si no se estará generando una cierta confusión entre la defensa de la vida y la defensa de la vida humana, porque defender a toda costa la vida en todos los ámbitos y con cualquier forma con la que se manifieste llevaría a definir como homicidio no solo derramar el propio semen con finalidades no procreativas, sino también comer pollos y matar mosquitos, por no hablar del respeto debido a los vegetales.
Conclusión: las actuales posiciones neofundamentalistas católicas no solo tienen un origen protestante (que sería lo de menos) sino que llevan a reducir el cristianismo a posiciones a la vez materialistas y panteístas, y a esas formas de «panpsiquismo» oriental por las que ciertos gurús viajan con una gasa en la boca para no matar a microorganismos al respirar.
No estoy emitiendo juicios de valor sobre una cuestión sin duda muy delicada. Estoy anotando una curiosidad histórico-cultural, una curiosa inversión de posiciones. Debe de ser la influencia del New Age.

Umberto Eco, escritor y semiólogo italiano, es autor de las novelas El Nombre de la Rosa, El Péndulo de Foucault, Baudolino; ha publicado en este año La misteriosa llama de la reina Loana. Traduccion de Helena Lozano Miralles.

«El bebé que no sabía que había nacido»

El milagro de la Vida 

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Un médico griego inmortaliza el momento del nacimiento.
La imagen sorprende, el bebé permanece en el saco amniótico al nacer.

Por lo general, en el momento del nacimiento el saco amniótico en el que ha crecido el bebé durante el embarazo se rompe solo.

Muy pocas veces ocurre lo contrario, pero en esta ocasión el doctor ateniense Aris Tsigris lo vivió en primera persona. Y tal fue su sorpresa cuando sacó al bebé por cesárea que no dudó en inmortalizar el momento y colgar la foto de este recién nacido en su perfil de Facebook junto a la frase:
«El bebé que no sabía que había nacido».

Como la bolsa con el líquido amniótico aún permanecía intacta, el bebé permanecía con la sensación de continuar en el vientre materno y no era consciente de haber llegado al mundo.

El doctor cuenta, según recoge el diario The Sun, que se quedó «sin aliento» cuando comprobó que el bebé todavía se encontraba dentro del saco amniótico ya que su madre no había roto aguas.

El médico resalta que en ningún momento la vida del niño corrió peligro porque se seguía alimentando de la placenta y comenzó a respirar en cuanto le rompieron el saco.

Izpisúa deja la ciencia en España

El investigador dimite como director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona ante la falta de apoyos políticos y financieros

La institución, de referencia mundial, se vacía de contenido

Juan Carlos Izpisúa en el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona. / CARLES RIBAS

El director —y alma— del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), Juan Carlos Izpisúa, ha dimitido ante la falta de apoyos financieros y políticos de los que hasta ahora habían sido sus grandes valedores públicos, la Generalitat de Cataluña y el Gobierno español, según fuentes cercanas al investigador. La marcha del científico no supone el cierre inmediato del centro, pero lo vacía de contenido, pues 18 de sus 21 proyectos científicos son propiedad intelectual de Izpisúa, y se los va a llevar con él. En su corta vida, el CMRB ha publicado más de 200 papers (artículos técnicos), incluidos algunos de los hitos del emergente campo de la medicina regenerativa. España pierde a un líder mundial de la investigación con células madre.

Las dos Administraciones implicadas —la catalana y la central— aportan 1,5 millones anuales al centro, que se dedican al alquiler y mantenimiento del edificio, y por tanto revierten en su mayor parte a la propia Generalitat, propietaria del inmueble. Esas inversiones se mantendrán provisionalmente —ningún político quiere ser recordado por el cierre de un centro científico—, pero su destino es muy incierto tras la pérdida de 18 de sus 21 proyectos.

Los detalles de la negociación entre Izpisúa y el patronato del centro —con representantes de dos consejerías catalanas y dos ministerios— indican que la intención de las dos Administraciones es reorientar esas instalaciones hacia otros fines. El patronato ha contratado al investigador Ángel Raya, un antiguo posdoc de Izpisúa, para dirigir ese proceso hacia un renovado CMRB.

Los fondos para la investigación propiamente dicha son una cuestión totalmente distinta: se otorgan por una variedad de instituciones internacionales, incluidas las españolas, que se dedican a evaluar los proyectos de investigación y decidir sobre la conveniencia de financiarlos. Eran de 1,8 millones anuales, y en su mayoría desaparecerán de inmediato del centro para irse con Izpisúa a alguna otra parte.

Termina así la historia —o al menos la historia tal como la conocíamos— de un centro creado en 2004 a la medida de Izpisúa, uno de los científicos más avanzados del planeta en el campo, entonces incipiente, de la medicina regenerativa basada en células madre embrionarias.

Fuentes de la comunidad científica catalana achacan lo ocurrido a “los recortes, la mediocridad política y la falta de sintonía con Madrid”. E indican que el presidente Mas recibió al científico hace un año y medio y dijo que pondría todos los medios a su disposición.

Desde un punto de vista científico, en cualquier caso, la breve trayectoria del centro dirigido por Izpisúa solo puede describirse como una brillante historia de éxito. Los científicos del CMRB han hecho contribuciones relevantes al desarrollo de las células madre iPS —tan versátiles como las embrionarias, pero obtenidas retrasando el reloj de vulgares células de la piel o el pelo—, y hace solo unos meses crearon minirriñones humanos con células madre. Esta investigación ha sido destacada por la revista Science como uno de los 10 hitos científicos de 2013, junto a la generación de minicerebros y yemas de hígado. No es el fracaso científico lo que ha hecho caer en desgracia al centro.

En investigación los cambios son habituales», dice la Generalitat

“La investigación en el centro ha dado buenos frutos”, reconoce el director general de Planificación e Investigación en Salud de la Generalitat, Carles Constante, representante de la Administración catalana en el patronato del CMRB, que se reunió el lunes; “pero ahora vemos una fase diferente, más enfocada en la traslacionalidad”. La medicina traslacional es el nexo entre la investigación básica en biomedicina y sus aplicaciones clínicas. El CMRB ha hecho desde su creación investigación básica.

“En investigación los cambios son más habituales que en otros sectores”, se justifica Constante. “La dirección quedará en manos de Ángel Raya, un científico de primer nivel mundial en este campo, y el centro no se cierra; ha sido un acuerdo entre las partes (las Administraciones central y catalana), y no ha habido ninguna división”. El director general enfatiza: “Estamos comprometidos con la medicina regenerativa y creemos que es un terreno importante, pero ahora apostamos por un enfoque diferente”.

Los dirigentes de la Administración central más directamente implicados en la gestión del CMRB son Toni Andreu, director del Instituto Carlos III del Ministerio de Sanidad, y Carmen Vela, secretaria de Estado de Investigación del Ministerio de Economía. Estos dos departamentos declinaron ayer hacer comentarios sobre la dimisión de Izpisúa. Sanidad adujo que la situación del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona es un asunto interno de la Generalitat, pese a que la financiación del centro es conjunta, y a que estos dos ministerios no han retirado sus aportaciones al centro. Sanidad aseguró que su presupuesto para investigación sanitaria —casi 100 millones de euros— se destina al Carlos III, que es quien lo reparte.

La Administración catalana y la central aportan 1,5 millones al centro

Según fuentes cercanas a la negociación —que se ha prolongado durante meses—, la iniciativa de prescindir de Izpisúa partió de la Generalitat, aunque el Gobierno central tampoco ha hecho nada por evitarlo. La forma en que el patronato del CMRB comunicó al científico la nueva política, hace ya unos meses, fue como un indeseable efecto de los recortes: que la Administración no estaba en condiciones de seguir financiando el centro “con los niveles de calidad exigidos” por el científico.

Que la aportación de las Administraciones consista en 1,5 millones, que estos sean en su mayor parte para el alquiler del edificio, y que esas inversiones se vayan a mantener con el mismo propósito (pagar el alquiler) tras la marcha de Izpisúa no parece cuadrar con esa teoría del austericidio.

Varias fuentes han revelado que a finales del año pasado hubo un intento de comprar el CMRB por una compañía del sector farmacéutico. Pese a que esta firma no tiene relación con la investigación en células madre, la venta habría implicado la cesión a ella de todas las patentes y derechos surgidas de las investigaciones de Izpisúa. La iniciativa acabó abortándose tras la mediación del Gobierno central.

La explicación última de esta decisión incomprensible en términos científicos puede tardar en salir a la luz pública. Lo que ya es seguro es que España ha perdido uno de los centros de investigación en medicina regenerativa más avanzados del mundo, aunque un edificio de Barcelona mantenga su nombre en la fachada por unos meses más.

Carrera investigadora

EMILIO DE BENITO

La modificación de la ley española de reproducción asistida de 2003 puso a España a la vanguardia, al menos legislativamente hablando, de uno de los más prometedores campos de la ciencia actual: que se pudieran utilizar los embriones sobrantes de los procesos de fecundación in vitro para investigar en las células madre.

El Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB) es fruto directo de esta modificación. Tanto, que parte de las negociaciones para traer a su director, Juan Carlos Izpisúa, las llevó a cabo la entonces ministra de Sanidad, Ana Pastor, con una visita personal a La Jolla (California).

No fue el único. El Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia, donde encontró acomodo el actual portavoz de Sanidad del PP en el Congreso, Rubén Moreno, cuando dejó el ministerio al perder el PP las elecciones también se apuntó a la carrera investigadora (fue el primero en presentar cultivos de células madre embrionarias), y Andalucía abrió en 2006 el Centro Andaluz de Biología Molecular y Medicina Regenerativa (Cabimer), que dirige Bernat Soria, probablemente el científico que más ruido hizo para que la ley en España se cambiara.

Desde entonces, el CMRB ha mantenido una importante labor investigadora. Uno de sus proyectos, la creación de microrriñones a partir de células madre ha sido mencionado por la revista Science como uno de los avances de 2013.

También han publicado recientemente en Nature un artículo sobre otra de las vías más prometedoras en la medicina regenerativa: la reprogramación de células adultas en células madre iPS (pluripotenciales inducidas) in situ. Esto no solo evita el conflicto moral del uso de embriones, sino que supone un avance ya que se trata de llevar a cabo el cambio (convertir una célula especializada en una apta para convertirse en otra con una dedicación diferente) en el mismo organismo, con lo que se evita que haya que extraer el material biológico, tratarlo en un laboratorio y volverlo a trasplantar. Es el sueño de los implantes: no solo que sean genéticamente idénticos al receptor, sino que se generen directamente en el lugar en que deben funcionar. Algo que da pleno significado al término de medicina regenerativa.

Fuente. Diario EL País

Los inspectores podrán entrar sin orden judicial en las viviendas que produzcan energía solar

Que tiemblen los ciudadanos que se atrevan a producir energía solar desde sus casas. Una enmienda del PP que hoy será aprobada permitirá a los inspectores acceder a los domicilios particulares sin orden judicial para revisar la legalidad de estas instalaciones. Esta medida, junto a los peajes de respaldo y a las multas de hasta 60 millones de euros, fulmina definitivamente el esperanzador fenómeno del autoconsumo en España.

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La guerra declarada del Gobierno al autoconsumo parece no tener freno. La reforma energética establece un peaje tan alto por producir electricidad desde las viviendas que a pocos ciudadanos les será mínimamente rentable hacerlo.
Pero si a pesar de todo se atrevieran a ello, una enmienda escondida entre las 57 que ha presentado el PP a su Proyecto de Ley del Sector Eléctrico da la puntilla definitiva a ese fenómeno renovable que triunfa en Europa y que obliga a las compañías eléctricas a asumir la electricidad producida desde las viviendas y descontar después su valor del recibo mediante una liquidación.
La enmienda número 475 habilitará al Ministerio de Industria y Energía para enviar a los domicilios privados a inspectores para que revisen que las instalaciones de autoconsumo (esencialmente paneles solares fotovoltaicos) están debidamente registradas y se adecuan a la normativa vigente.
Así reza en la redacción de la enmienda: “El personal habilitado a tal fin tendrá las siguientes facultades de inspección: a) Acceder a cualquier local, instalación, terreno y medio de transporte de las empresas, asociaciones de empresas y personas físicas que desempeñen alguna actividad de las previstas en esta ley, así como al domicilio particular de los empresarios, administradores y otros miembros del personal de las empresas”.
Este particular “allanamiento de morada” sólo requerirá una autorización administrativa, según se desprende de la enmienda, aunque, eso sí, deja la puerta abierta a solicitar “previo consentimiento expreso del afectado o, en su defecto, la correspondiente autorización judicial”.

Esta medida, según las fuentes jurídicas consultadas por Vozpópuli, alberga “serias dudas sobre su constitucionalidad, ya que podría sentar un preocupante precedente al obligar a los ciudadanos a dejar pasar a su vivienda privada a un inspector por el simple hecho de realizar una actividad de autoconsumo”.
Si el afectado se niega, Industria se verá obligada a pedir la autorización judicial y mandar a la vivienda al inspector acompañado de la policía.
La enmienda reconoce que “podrían ser sujetos de inspecciones también las personas físicas, por ello, ha de incluirse expresamente en los apartados 2 y 4”, que son los que recogen la posibilidad de que así sea y de que se necesite autorización judicial.

Además, la medida permite la incautación de los documentos del titular de la actividad de autoconsumo así como “precintar todos los locales, libros o documentos y demás bienes de la empresa (…) o personas físicas que desempeñen alguna actividad de las previstas en esta ley”.
La incorporación de esta enmienda a la Ley (y de las otras 56 presentadas por el grupo popular) se da por descontada en la votación de hoy en la Comisión de Industria del Congreso, dada la mayoría absoluta del PP.
Esto significará el entierro definitivo de una actividad que en su planteamiento inicial (fue heredada por Rajoy del anterior Gobierno, que no se atrevió a sacarla adelante) ofrecía a los particulares una alternativa para huir del recibo de la luz tradicional y daba carta de realidad, por primera vez, a la competencia efectiva en un sector oligopolístico como el eléctrico.

Todo aquel que produjera su propia electricidad se podría conectar a la red para verter la sobrante y así pagar menos a su eléctrica tradicional y obtener de ella bonificaciones.
Pero las grandes compañías, a golpe de lobby, han conseguido del ministro José Manuel Soria esta contraprestación que erradica cualquier atisbo de competencia, pero al menos amortigua el impacto que también para ellas ha supuesto el recorte de ingresos que fija la reforma eléctrica.

Ya les lanzó un guiño Soria cuando se negociaba la reforma, al anunciar que los titulares de una instalación de autoconsumo tendrían que pagar un peaje de respaldo por beneficiarse del uso de las redes eléctricas.
El sector renovable criticó que este nuevo peaje hacía inviable el autoconsumo.

Para hacerlo aún más difícil, Industria estableció multas de hasta 60 millones de euros para aquellos hogares que colocaran una placa solar de 200 vatios y no la dieran de alta. Con la nueva enmienda, los inspectores podrán entrar en las viviendas a perseguir estas posibles irregularidades.
El PP no ha incluido en ninguna de las 57 enmiendas las propuestas de la CNE, la CNC y el conjunto de los partidos de la oposición en pro del autoconsumo.
Los organismos reguladores fueron duros en sus dictámenes contra el Gobierno por fulminar el autoconsumo y cualquier pequeño atisbo de competencia en el sector eléctrico.

Fuente: http://vozpopuli.com/economia-y-finanzas/34233-los-inspectores-podran-entrar-sin-orden-judicial-en-las-viviendas-que-produzcan-energia-solar