Benito y la obsolescencia programada

“Todos los aparatos electrónicos están programados para morir”.

Ya han amenazado de muerte al español que inventó la bombilla que apenas gasta y dura toda la vida

Compra, tira, compra

Cuando me enseña el documento policial con el contenido del mensaje que recibió se me ponen los pelos de punta: no sólo amenaza su vida si sigue adelante con la comercialización de su bombilla, sino también la de sus hijos. Benito ha fabricado con un grupo de ingenieros una bombilla para durar toda la vida (garantía de 25 años), es decir, sin esa fecha de estropeado programada que comparten, por pura cuestión de lucro, todos los aparatos electrónicos. Por eso este empecinado quiere ir más allá y ha creado el movimiento Sin Obsolescencia Programada (SOP). Un tema sobre el que es muy recomendable el documental de Cosima Dannoritzer: Comprar, tirar, comprar.

Y un buen día dejó de funcionar…

Se llama obsolescencia programada: los fabricantes de todo tipo de aparatos electrónicos los programan para que duren un tiempo determinado.

Eso no pasaba en tiempos de mi abuela. Antes un frigorífico duraba treinta años, ahora seis. Unas medias de nailon prácticamente irrompibles se dejaron de fabricar.

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¿Quién inventó esa atrocidad?

La revolución industrial. El concepto se desarrolló entre 1920 y 1930. Antes, un empresario o sus suministradores de materia prima montaban su negocio con dinero familiar. Entonces los bancos les dijeron: “Amplíen su negocio, vendan más, yo les dejo el dinero”.

Y lanzaron los créditos al consumo.

Y ya tenían controlado todo el ciclo de vida del producto. Pero querían más y decidieron acortar la vida de los productos. Así llegamos a los años setenta, en que el 80% de la riqueza del mundo se concentraba en el 20% de la población, esos que controlaban.

Ahora se la reparte un 7%.

Sí, bancos que tienen empresas y empresas que tienen bancos: las multinacionales, que hacen que los productos duren menos y se vendan más. El resultado es la explotación de los recursos de la Tierra y toneladas de residuos innecesarios que se están cargando el planeta.

Pero ahí está esa bombilla que lleva 111 años encendida.

Sí, en un parque de bomberos en Livermore (California). Decidí crear, junto con 22 ingenieros, una línea de iluminación aplicada a la tecnología led y contribuir a detener la locura de la obsolescencia programada.

Otros fabricantes lo intentaron.

Hay una decena de patentes de bombillas con más de 100.000 horas de uso (entre 60 y 70 años encendidas), pero nunca han llegado a salir al mercado. Hay una organización que controla a los fabricantes de bombillas; no es oficial, pero yo doy fe de que existe.

¿Por eso las comercializa por internet?

Las distribuidoras nos dicen que viven de las que se funden, y los grandes almacenes nos proponen duplicar su precio, a lo que nos hemos negado. Hemos tenido ofertas millonarias para no sacarla al mercado y amenazas de muerte, que están en manos de la policía.

¿Cuánto consume su bombilla?

Ahorra un 92% respecto a las bombillas incandescentes y un 68,42% respecto a las de bajo consumo. En España, las compañías eléctricas tienen que fabricar 47 millones de megavatios al año que dan servicio a toda la industria. A la iluminación general se destinan siete millones de megavatios.

Lo que fabrican las ocho centrales nucleares activas en España.

Sí, pero no es suficiente, hay que importar entre 6 y 7 millones de megavatios de Francia.

Carísimo.

Si utilizáramos una tecnología como la que propongo, nos los ahorraríamos. Estamos hablando de más de 20.000 millones de euros al año. Bombillas que emiten un 70% menos de CO2 a la atmósfera porque trabajan con muy pocos grados de temperatura.

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¿Cuánto duraría una lavadora o un frigorífico sin obsolescencia programada?

Entre 40 y 70 años, pero hay que utilizar los componentes electrónicos y materiales adecuados. He creado el movimiento SOP (Sin Obsolescencia Programada).

¿Qué espera de él?

Que se unan fabricantes conscientes de que crisis de endeudamiento como la que vivimos son evitables, y que podemos detener el crimen ecológico y la injusticia que provoca: todas esas materias primas que se extraen del tercer mundo a precios reventados les son devueltas en forma de basura.

Eso roza la inmoralidad.

Cambiar la manera de fabricar supone un cambio socioeconómico. El sistema está diseñado para comprar y tirar, fabricar barato, en China, y comercializar en Europa.

Si acabamos con el crecer por crecer, ¿acabamos con el mercado?

Muchos economistas dicen que la única forma de crear empleo es a través del crecimiento. Falso. Si creas un producto que dura mucho, tendrás un mercado de segunda mano y florecerán negocios de reparación.

Y haremos un bien al planeta.

Cuando competimos para conquistar mercados internacionales consumimos petróleo de forma innecesaria. ¿Por qué importar electrodomésticos de Alemania si podemos hacerlos aquí? Eso encarece el producto y consumimos recursos innecesariamente.

¿Ha habido demandas?

Sí, un grupo de personas demandaron a Apple y ganaron al demostrar que sus iPod estaban fabricados con obsolescencia programada.

¿Ha servido de algo?

Prefieren pagar las demandas que dejar de fabricar con ese sistema. Las impresoras las programan introduciendo un chip contador: cuando llega un determinado número de copias deja de funcionar y comprar una nueva es más económico que repararla. Lo mismo ocurre con las calderas. De hecho, todos los componentes electrónicos los fabrican tres o cuatro empresas en el mundo.

¿Cómo desmontar esta locura del usar y tirar?

No serán los políticos, deben ser los ciudadanos quienes impulsen el cambio; pero no es tan difícil: tenemos las redes sociales y hemos de ponernos de acuerdo. ¡Intentémoslo al menos!

 

http://energiaslibres.wordpress.com/2012/04/12/ya-han-amenazado-de-muerte-al-espanol-que-invento-la-bombilla-que-apenas-gasta-y-dura-toda-la-vida/

Carta de la Amical Mauthausen

COSPEDAL Y EL NAZISMO

«Deportados, deportadas, hijos, hijas, nietos y nietas» del exterminio nazi piden la dimisión de Cospedal y se solidarizan con La PAH.

18 de Abril de 2013 / Enric Garriga (Secretario de Relaciones Internacionales de Amical Mauthausen)

Desde la Amical Mauthausen y otros campos, queremos expresar nuestro malestar e indignación por las palabras de la señora María Dolores de Cospedal, que consideramos una banalización del horror nazi y un desprecio hacia los millones de víctimas de los campos de concentración y exterminio del III Reich y todos sus familiares, muchos de los cuales forman parte de esta organización. Pedimos una rectificación inmediata a la secretaria general del PP y presidenta de Castilla-La Mancha, sin excusas, dado que sus palabras son tan graves que en muchos países son consideradas un delito y perseguidas por la justicia. Nosotros, deportados, deportadas, hijos, hijas, nietos y nietas, que hemos vivido directa o indirectamente lo que es de verdad la barbarie nazi, no podemos tolerar que se siga menospreciando a los millones de muertos y el sufrimiento de los que pudieron sobrevivir a los campos de concentración para poder explicarlo al mundo. No podemos permanecer callados cuando se falta a la memoria de aquellos que fueron encerrados, torturados, anulados y exterminados por motivos políticos, religiosos, étnicos o de tendencia sexual. Las declaraciones de la señora Cospedal comparando los escraches de la PAH con el nazismo solo se pueden entender por ignorancia o por mala fe. Si es por ignorancia, y resulta que la secretaria general del partido que gobierna España no tiene ni idea de lo que significó el régimen nazi, desde la Amical estaremos encantados de invitarla a que nos acompañe a una de las visitas que periódicamente realizamos con grupos estudiantes a los campos de concentración de Mauthausen o Buchendwald. Así aprenderá lo que representó el nazismo y, además, será toda una novedad ver a alguien del Gobierno español acompañando a los deportados y sus familiares en una visita a los campos. Si, por el contrario, resulta que las declaraciones de la señora Cospedal son producto de la mala fe, le pediríamos que dimitiera inmediatamente de sus cargos, porque entendemos que en una sociedad democrática y en un supuesto estado de derecho no es aceptable que un cargo político y público de su relevancia se dedique a banalizar el nazismo solo para atacar a un grupo de personas que se han organizado para defenderse ante los abusos y la injusticia del gobierno y las élites financieras. Nuestra total solidaridad con la PAH y con los movimientos sociales que día a día hacen frente y dicen basta a los abusos de un sistema político y económico que cada día se demuestra más inhumano.

Por la aplicación del IVA super-reducido para la Cultura al 4% en España‏

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La industria cultural genera en España 503.700 empleos y supone el 4% del PIB. La medida tomada por el Gobierno de subir el IVA sobre los bienes y servicios culturales en 13 puntos (del 8% al 21%) contraviene lo establecido en el artículo 44.1 de nuestra Constitución: “Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho”.

La subida del IVA sobre bienes y servicios culturales al 21% dificulta el acceso a la cultura a las capas menos acomodadas de la sociedad y supone un freno al desarrollo de la industria cultural en España; daña sensiblemente un sector económico con potencial y con capacidad de producir empleo de calidad.

El Anuario SGAE 2012 de las Artes Escénicas, Musicales y Audiovisuales constata una importante recesión en las artes escénicas, la música y el cine. Con el incremento del tipo impositivo se incentiva el consumo de productos culturales ilegales, agravando la delicada situación de uno de los primeros sectores perjudicados por la crisis económica. La cultura es un valor estratégico fundamental para instaurar la marca España y generar interés, riqueza y empleo.

En el marco europeo:

La subida del IVA al 21% disminuye la competitividad de nuestro mercado en el entorno europeo. Francia ha propuesto un tipo súper reducido para el libro del 2%. En el marco de la UE, la contribución de las industrias culturales al PIB se sitúa en torno al 3%, mientras que España sube un punto esa media.

En informe publicado en 2011, la Comisión de Cultura y Educación del Parlamento Europeo demanda “la armonización de las medidas relativas al IVA como una de las posibles vías para el futuro desarrollo de la legislación fiscal en la UE. Al llevar a cabo estos cambios, se debe tener cuidado de no arruinar lo que se ha logrado con las exenciones del IVA en la cultura mencionadas en el estudio, y se debe seguir el ejemplo de los Estados que conceden una condición favorable y ejemplar a los bienes y servicios culturales”.

La tendencia en todos los países de la UE es incluir la cultura en los tipos de IVA reducido. La Comisión Europea se plantea una reforma de este impuesto con vistas a reforzar su coherencia con el Mercado Interior (Libro Verde sobre el futuro del IVA, 1.12.2010). Estos trabajos tienden a una armonización europea de los bienes y servicios con IVA reducido; pierde sentido, por tanto, esta subida tan importante del gravamen en España, opuesta a las políticas de los demás países de su entorno.

En definitiva:

Si apostamos claramente por el acceso universal a la Cultura, como bien común para todos los ciudadanos, además de contribuir a su desarrollo personal y profesional, contribuímos en la riqueza y competitividad del país.

Es por ello, que pedimos encarecidamente un esfuerzo político, y una rectificación a la baja del importe del IVA, aplicado a la Cultura, para situarlo al 4%, en consonancia a los miembros de la UE que más apuestan por la riqueza cultural.

«Errar es humano, rectificar es de sabios»
Alexander Pope.

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Puedes firmar aquí:

http://www.change.org/es/peticiones/por-la-aplicaci%C3%B3n-del-iva-super-reducido-para-la-cultura-al-4-en-espa%C3%B1a

 

John Ralston Saul: “No hay razón para salvar a los bancos”

Anticipó la crisis y el colapso del modelo económico

Este escritor y ensayista canadiense propone rescatar a los ciudadanos desahuciados antes que a los bancos y pasar página respecto a la deuda para prosperar

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La persecución del Santo Grial del crecimiento es un error; la economía se ha convertido en asunto de ficción; el dinero ya no representa nada real; hay que reconsiderar qué es una deuda y qué papel deben desempeñar los bancos en un nuevo mundo. Estas son algunas de las ideas que vertebran el pensamiento de John Ralston Saul, escritor, ensayista y filósofo canadiense al que la revista Time calificó de “profeta”.

Por alternativo que pueda resultar su discurso, Ralston está lejos de ser, a sus 64 años, un perroflauta. Alto, delgado y de elegantes andares, acompaña su aspecto de dandi con un discurso sin paños calientes. No reniega del capitalismo; de hecho, reivindica a uno de los referentes del liberalismo, Adam Smith. Pero propone medidas como que se rescate a los ciudadanos desahuciados o sepultados por una hipoteca en vez de salvar a unos bancos que solo conseguirán que la espiral de la deuda siga creciendo.

Una cita poderosa encabeza su último libro, El colapso de la globalización y la reinvención de mundo: “Todavía no entiendo del todo por qué ocurrió. Alan Greenspan, 23 de octubre de 2008”. La frase del exdirector de la Reserva Federal estadounidense da la medida del desconcierto que ha creado la crisis, incluso entre aquellos que la incubaron. Y a ese desconcierto es a lo que se viene enfrentando en los últimos años este pensador canadiense que nada a contracorriente.

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PREGUNTA: Estamos inmersos en un periodo negro de la economía, y no parece que las cosas mejoren sustancialmente, ni en el mundo, ni en España, ni…

RESPUESTA: Existe una nueva religión absoluta del crecimiento, el comercio, la santidad de la deuda y de los contratos comerciales, con la que intentan hacernos creer lo inteligentes que son los políticos y lo estúpidos que somos los demás. Da igual lo mala que sea la situación actual, ellos siguen aplicando las mismas recetas, haciendo lo mismo. Eso es lo que se está haciendo en España y en todas partes. El sistema avanza en la misma dirección. Los problemas que hay se están agravando. Nadie reconoce cuál es el auténtico problema. El crecimiento no nos va a sacar de donde estamos; la austeridad, tampoco. Veremos cómo resisten todo esto las democracias. Están poniendo la democracia en peligro.

P: ¿Y eso qué significa?

R: La ironía es que la globalización ha conducido a lo opuesto de lo que prometía. Prometió competencia, y ha causado el regreso a los oligopolios; prometió renovación del capitalismo, y ha supuesto la vuelta al mercantilismo; prometió el final del nacionalismo feo [sostiene que también hay un nacionalismo positivo], y ha traído la era más nacionalista desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Prometió crecimiento, no tenemos crecimiento; prometió empleo, no tenemos empleo… y así se puede seguir con la lista. Nada de lo prometido ha ocurrido. Dijeron que con el keynesianismo se imprimía mucho dinero; que había que controlar el dinero en circulación y que eso haría funcionar la economía. El hecho es que todo este periodo ha llevado a la mayor expansión en la cantidad de dinero en la historia del mundo, hemos visto cientos de ejemplos de nuevos tipos de dinero: las tarjetas de crédito, los bonos basura, los derivados… Todo eso es imprimir dinero, pura inflación de la cantidad de dinero. El argumento capitalista era que el dinero era lo que engrasaba la maquinaria. Pero llegado un momento dijeron: el dinero es real, por eso es bueno tener a gente trabajando en el sector financiero. ¿Las fusiones y grandes adquisiciones de empresas?: eso es im­primir dinero. Cada vez que una compañía compra otra y se endeuda en, digamos, 700.000 dólares, eso quiere decir que se acaban de imprimir 700.000 dólares, acaban de crear 700.000 dóla­res que antes no existían. Nunca tuvimos tanto dinero circulando en el mundo y tan mal repartido. Y por eso cuando ocurre la crisis, la gente que es parte de esa lunática inflación dice: hay que salvar a los bancos.

P: ¿Y no hay que rescatar a los bancos?

R: No hay razón para salvar a los bancos, no necesitamos tanto dinero. Lo razonable habría sido aprovechar la oportunidad para limpiar el desorden. No hay más que tomar el ejemplo español de Bankia. Una buena política habría sido, por ejemplo, que el Gobierno anunciase que pagaría todas las hipotecas hasta una cantidad determinada, pongamos 300.000 euros. Das el dinero a la gente que está en su casa y que tiene una hipoteca, y de hecho salvas a los bancos: es el ciudadano

el que da el dinero a los bancos al cancelar su hipoteca. De pronto, la gente ya no tiene deudas y puede gastar lo que gana. Así es como se crea una clase propietaria y además se relanza la economía. Es tan simple.

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P: ¿Y eso es posible?

R: Por supuesto. Para mí la pregunta es: ¿es posible que demos todo ese dinero a los bancos, que fueron los que crearon el problema, para que no se gasten ese dinero y para que continúen autoconcediéndose enormes bonus? ¿Es eso posible? ¿Es eso legal? ¡Vamos, denme un respiro! Hay otra opción: no queremos salvar a todos los bancos, no queremos tanto dinero, así que paguemos 150.000 euros de esas hipotecas y cancelemos el resto de la deuda, 150.000. Los Gobiernos tienen el poder para hacerlo. De ese modo, 150.000 euros no vuelven a los bancos, limpias el sistema bancario y reduces la cantidad de dinero que circula, que es algo positivo

P: Pero no debe de ser tan fácil de hacer. Por ejemplo, la gente que alquila se sentiría agraviada.

R: Habría que estudiar los números. La política económica es intentar mover las cosas en una buena dirección. No significa hacer exactamente lo mismo en cada sitio, ni significa que tengas que hacerlo todo a la vez. Resuelves primero ese gran problema y luego haces un programa para alquileres de forma que la gente pueda comprarse la casa que está alquilando. Se pueden hacer más cosas. Por ejemplo, dar una renta mínima a la gente en vez de que tenga que hacer colas para acceder a prestaciones, subsidios y ayudas, en vez de humillarla examinando sus requisitos una y otra vez; ayudas que además resultan caras de administrar… Muchos conservadores, liberales y socialdemócratas responsables están de acuerdo en que sería mucho mejor una renta garantizada anual. Supondría liberar a la sociedad, devolver a la gente el respeto por sí misma. La gente humillada o marginada se sentiría parte de la sociedad. Es curioso, pero hay mucha gente que está de acuerdo con estas ideas.

P: ¿Ah, sí?, ¿y dónde están esos conservadores y liberales que piensan así?

R: ¡En todas partes! No están entre los neoconservadores, pero sí entre muchos conservadores. Muchos empresarios creen en esto. Pero como el debate se pierde en los pequeños detalles y la idea dominante es que hay que reducir el peso del Estado, nadie pone estas cuestiones sobre la mesa.

P: ¿Qué posibilidades hay de que algo como lo que relata se pueda llevar a cabo?

R: Hay posibilidades, por supuesto; han sido posibles muchas otras cosas en los últimos años. Por ejemplo: la clase directiva del sector privado ha conseguido, presionando a los Gobiernos, regulaciones que han convertido el fraude en algo legal. Ahí están esos consejeros delegados percibiendo bonus y participaciones en las acciones, ganando millones cada año: ¡pero si solo son gerentes! Están en el puesto por cinco años, se irán a jugar al golf cuando se retiren, ¡no son nadie! ¡Nadie conoce sus nombres, no han hecho nada en particular! ¿Deberían cobrar esos bonus cuando la empresa va mal? Ese no es el debate. El debate es: ¿deben recibir bonus? ¡Si ya les han pagado! Han usado su influencia para cambiar el sistema impositivo en todos los países para no tener que pagar demasiados impuestos por esos bonus. Eso es fraude. Probablemente, los dos ejemplos más evidentes de fraude desde la Segunda Guerra Mundial son: el cambio en las disposiciones de ingresos de los directivos, fraude evidente hecho legal, y la transferencia de la deuda privada de los últimos años al sector público.

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P: La Unión Europea está corroída por la deuda…

R: Hay quien plantea los eurobonos como solución a la crisis europea. ¿Estamos de broma? Yo digo: acabemos con la deuda. No pueden admitir que se han equivocado, así que hacen como que los bonos son algo que les permite coger toda la deuda, colocarla en los bonos y venderlos. Están colocando a la civilización europea bajo el peso de una deuda que no existe. Si tuvieran algo de imaginación y algo de coraje, convocarían una cumbre y dirían: sí, los españoles han hecho mal esto, y los griegos han hecho cosas horribles con esto, pero ninguno de nosotros es una parte inocente; ¿cómo podemos resetear el reloj? Básicamente, vamos a envolver parte de esta deuda en un sobre, escribiremos en el sobre la frase “Esto es muy importante”, lo pondremos en un cajón, lo cerraremos y tiraremos la llave. ¡Hay que pasar página, hay que superarlo! En vez de esto, están intentando volver a hacer lo mismo que vienen haciendo durante años, pero como si no lo hicieran.

P: Una propuesta sorprendente…

R: La mía es responsable y honesta. Ellos están haciendo una propuesta delirante e increíblemente complicada que no va a funcionar y que no nos lleva a ningún sitio. Y en el camino hacen que la gente sufra. ¿Qué piensan que van a decir los griegos cuando les reduzcan el salario mínimo en un 22%? Está claro que esto es como una cuestión religiosa. Como la economía es la nueva religión, han aplicado la moral a la economía. La deuda pública tiene peso moral, pero la privada no. ¿Cómo se come eso? Este es uno de los fracasos de la globalización. Si el sector privado se puede librar de la deuda, el sector público también.

P: Pero entonces, ¿qué pasa, que la deuda en realidad no existe?

R: La verdad es que no. El dinero es una convención. Un árbol es real, el dinero es una convención. Los necios, cuando llega la crisis, están convencidos de que el dinero es real. Enrique IV fue considerado como el Buen Rey porque Francia estaba hundida por la deuda y la hizo desaparecer; a partir de ese momento vivieron 250 años de prosperidad, por quitarse la deuda; Atenas construyó toda su historia tras haberse librado de su deuda; el imperio norteamericano está enteramente construido sobra una quita, se quitaron la deuda de en medio cinco veces entre la guerra civil y 1929; la riqueza de Estados Unidos a lo largo del siglo XX está enteramente construida sobre el hecho de no haber pagado su deuda en 1929: tomaron dinero prestado en Europa, en los mercados, y con eso construyeron ferrocarriles, carreteras, rascacielos y tuvieron un colapso económico: quienes les dejaron dinero lo perdieron y ellos se quedaron con sus infraestructuras. Estados Unidos vivió cinco colapsos que al final le dejaron libre de su deuda y le permitieron convertirse en líder a partir de 1935.

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John Ralston Saul es un hombre apasionado, un orador nato. No es un anticapitalista. Se declara partidario de muchos de los preceptos de Adam Smith, de la propiedad privada, del mercado, y también de los servicios públicos. Dice que el capitalismo va a continuar. Pero considera que la globalización ha hecho daño. Y señala algunos culpables en su libro. Cita a la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe: economistas, directivos, consultores y propagandistas, es decir, periodistas de economía: “Difundieron la idea de que el comercio libre, la globalización y la búsqueda del crecimiento eran el único camino a la prosperidad”, manifiesta.

El ensayista canadiense carga contra la llamada generación del informe. Sostiene que el mundo está en manos de economistas y empresarios de capacidades muy limitadas y que en muchos casos son “analfabetos funcionales”. Gente que solo contempla el corto plazo.

“Los historiadores económicos son los intelectuales; los macroeconómicos son los semiintelectuales que dieron forma a las ideas, y luego están las abejas trabajadoras, que trabajan en lo micro, que no piensan y solo hacen números. Se eliminó a los historiadores porque, una vez que tienes la verdad, no quieres que el pasado sea examinado. Promocionaron a los semiintelectuales a los altares. Y elevaron a los que solo hacen números”.

Dice que estamos en manos de estos últimos. Explica que el apogeo de la globalización se produjo a mediados de los noventa, años en que el comercio vivía días de máxima liberalización, los impuestos a las grandes fortunas se difuminaban, las privatizaciones y la desregulación campaban a sus anchas y la civilización occidental abrazaba la religión neoliberal y adoraba el mercado global.

P: Usted ya viene alertando desde hace tiempo contra la globalización…

R: Se veían signos de que la globalización estaba llegando a su fin desde 1995. La globalización se está derrumbando por los defectos que contenía desde el principio como programa ideológico-filosófico-social. Todavía estamos viviendo sus consecuencias: si España se rompe, si Grecia deja de ser una democracia, si en Canadá se producen problemas internos que la resquebrajan, todo ello, en gran parte, será un resultado de la globalización. Yo soy un gran admirador de Stiglitz y Krugman [en alusión a los dos reputados premios Nobel de Economía], pero son dos economistas, y no lo pueden evitar, se fijan en los detalles: habría que hacer esto, habría que hacer lo otro… Hacen bien, pero se les escapa la cuestión principal, la naturaleza de lo que está pasando, la naturaleza de la bestia llamada globalización.

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P: Sostiene usted que la globalización se convirtió en religión, en dogma…

R: El Vaticano, en sus momentos de gran poder, era religión de modo marginal; más bien era una cuestión de política y de poder; con la globalización pasa algo similar: es algo económico, de modo marginal; es una cuestión de política y de control, de poder; es un modelo social, igual que la Iglesia católica lo fue o el imperio británico. Y se rompe porque como modelo social no funciona y siembra la catástrofe por el camino. En realidad, la globalización viene de un grupo de gente bastante marginal que tomó unas viejas ideas de mediados del siglo XIX pasadas de moda. Una de ellas era inglesa: el comercio libre, y la otra era el capitalismo de bucaneros, que se remonta a finales del XIX en Inglaterra y Estados Unidos. Unieron las dos cosas y dijeron: esta es una gran idea. Y no pensaron en las consecuencias de la unión de esas dos ideas. En la crisis de los años setenta estábamos con excedentes de producción, no se debía resolver el problema incrementando el comercio, porque ya había demasiados bienes. Es decir, la solución que encontraron para el problema era la contraria a lo que se necesitaba. Llevamos 30 años de abrumadora mediocridad intelectual, sin sentido de la historia, ni imaginación, ni creatividad, sin pensar qué estamos haciendo y adónde vamos: una gran banalidad con tremendos resultados.

Fuente: Diario El País

Doña Presunción de Inocencia

Con motivo de la reciente polémica generada acerca de las denuncias falsas por maltrato y del linchamiento de que son objeto quienes cuestionan las cifras oficiales por parte de todos los medios, que anteponen las hormonas a las neuronas y el discurso ideológico a la defensa de los derechos básicos, vuelvo a publicar tal cual este artículo que escribí en 2006, a poco de la aprobación de la ley de violencia de género, y que publiqué en mi libro «La mejor defensa es un buen ataque de risa»:

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Desde enero de 2005, fecha de aprobación de la inútil y nefasta Ley de Violencia de Género, la mitad de la población española vive en libertad condicional, señalados permanentemente como asesinos en potencia, a falta de una simple denuncia de malos tratos, cuya veracidad o falsedad no es necesario comprobar.

Una simple denuncia puede llevar a situaciones límite (pérdida automática sin juicio previo del domicilio, de la familia, del patrimonio…), que no pueden sino engendrar más violencia. Miles de hombres inocentes o con el único delito de haberse separado de sus parejas ya lo han sufrido en sus carnes, víctimas de denuncias instrumentales, para las que no se contempla castigo alguno.

Esta ley no está hecha para lo que no sirve, sino para satisfacer las ínfulas ideológicas de un determinado feminismo acomodado al que le importa muy poco el sufrimiento de las mujeres verdaderamente maltratadas, que sólo es un medio para un fin.

Hace ya tiempo que el feminismo está corrupto hasta la médula de promocionarse a costa de rentabilizar publicitaria o políticamente las consecuencias de lo que se ha dado en llamar violencia de género. Nadie, ni ninguna ley, parará al hombre o mujer que, por el motivo que sea, ha tomado el camino de quitar la vida a otro ser humano, en cualquier caso ya existen leyes contra el asesinato.

La indigencia moral de sus defensores llega al ridículo extremo de borrar de forma sistemática cualquier otra forma de violencia doméstica que no encaje dentro del molde ideológico, como las agresiones de las hijas a sus madres, las de los padres hacia los niños, o negar que puedan existir también hombres maltratados o falsas denuncias, pues muy poco es lo que les importa la defensa de las víctimas de cualquier abuso, y demostrando de paso un desconocimiento de las relaciones humanas realmente abrumador.

La nueva ocurrencia del gobierno atenta directamente, caso peculiar en occidente, contra principios constitucionales como los de igualdad y no discriminación ante la ley, tutela judicial efectiva, amén de fundamentos del derecho penal como la presunción de inocencia, “in dubio pro reo”, y proporcionalidad de las penas.

Además, representa un gran incentivo para que las mujeres denuncien a su supuesto agresor, real o ficticio, y con las ayudas públicas que propone se está motivando que prefieran instalarse en el victimismo sistemático en vez de esforzarse por mejorar su situación laboral o personal y aumentar su verdadera independencia.

 

Del libro «La mejor defensa es un buen ataque de risa», de Rafael Gonzalo (2011)